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Medio Ambiente
G-7 / Omicron
Por una vez, y ojalá que sirviera de precedente, habrá que elogiar una decisión de Boris Johnson, actualmente en la fase más controvertida y peligrosa de su mandato, como primer ministro del Reino Unido. Al llegar la nueva variante del virus de Sudáfrica, aunque ya estuviera difundida anteriormente por otros países sin enterarse prácticamente nadie, la reacción de Johnson ha sido, eso creo, importante: convocar al G-7 para establecer bases comunes en relación con la nueva cepa vírica que nos amenaza, según se dice, con mayor capacidad de contagio, y también más difícil de controlar, seguramente por no servir las vacunas tan rápidamente descubiertas y aplicadas, pero que presentan muchas dudas.
La debilitada Organización Mundial de la Salud (OMS) debería asumir un papel mucho más relevante. Y sobre todo planteando de una vez y claramente qué puede suceder con los países africanos, donde los niveles de vacunación están, en algunos casos, sólo unas décimas por encima de cero. Parece que ha llegado la hora de tomarse la cosa en serio. No se trata de discutir, simplemente, si hay que introducir exclusiones inmediatas de cara a la Navidad. Lo necesario es darse cuenta de lo que significaría una nueva oleada intensa, con confinamientos, que ya se han iniciado en algunos casos, y situaciones límite para la recuperación económica y los ajustes sociales que están planteadosy necesita dos de tratamientos inmediatos.
La reunión que se preconiza por Johnson del G-7, significa que se da preferencia a este organismo más restricto, auto arrogado directoriopolítico económico del mundo, que no al G -20 más amplio, pero con menos capacidades de acción inmediata. En ese sentido, no estaría de más invitar a China y Rusia a la citada reunión, para tratar un problema en que esas dos naciones están tan implica das como la convocante y sus aliados más próximos.
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