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Día Mundial del Medio Ambiente

Verano cada vez más largos

Las altas temperaturas de mayo y junio confirman que el tiempo estival llega antes y se marcha después, acortando tanto la primavera como el otoño

Noches tórridas
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Este año a muchos se nos ha venido abajo el refrán que dice que «hasta el 40 de mayo, no te quites el sayo». Con mercurios que pasan de los 30 grados durante días desde mediados de mayo, las prendas de verano han salido del armario apresuradamente. Lo que podría ser una anécdota meteorológica puntual de 2022, sin embargo, se está convirtiendo en una tendencia generalizada. El verano se está comiendo a la primavera y la llegada de los 30 grados se ha adelantado entre 20 y 40 días en los últimos 70 años, según un estudio de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Para llegar a estas conclusiones, el equipo de la Aemet ha estudiado el banco de datos del Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea Copernicus y ha determinado el punto en el que 29 localidades españolas han sumado su décimo día a 30° entre 1950 y 2021. Si en el siglo XX de media los 30 grados se alcanzaban sobre el 10 de junio, en el siglo XXI esa fecha se adelanta casi un mes, hasta el 11 de mayo.

Por otro lado, la estación cálida es ahora unos 40 días más duradera que en la década de los 80, porque el verano no solo empieza antes, sino que también se alarga hasta entrado el otoño. Además, todo apunta a que en los próximos años nos tendremos que acostumbrar a vivir con jornadas de hasta 40 grados y a muchas semanas de calor. «Hay gran cantidad de datos concretos de que las cuatro estaciones están cambiando. El verano se extiende por los dos lados; empieza semanas antes y dura más tiempo. Esto se ha hecho más patente desde el 2000 y las previsiones a futuro dicen que cada vez será más evidente el cambio climático», afirma Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante. El clima en España y en el resto del mundo se está tornado cada año más extremo, las olas de calor son más frecuentes en verano y, en general, los inviernos son más suaves, aunque con episodios más habituales de gotas frías o fuertes temporales de nieve como pasó hace dos años con la tormenta Filomena.

Para este año, las previsiones de la Aemet para el arranque de verano tampoco cambian demasiado. Se espera que los próximos meses sean más secos y cálidos en toda la Península. «En el caso concreto del noroeste hay 60 % de posibilidades de que durante este período las temperaturas superen la media y 50 % de que las precipitaciones estén por debajo de lo normal», decía el organismo en su cuenta de Twitter hace unas semanas.

También el equipo de eltiempo.es habla de verano abrasador, con unas temperaturas que podrían estar hasta dos grados por encima de la media. La anomalía térmica, especifican, podría ser mayor en el interior oeste, con especial incidencia en Orense, Zamora, Salamanca o Cáceres.

La causa de este adelanto, apuntan ambas entidades, no puede ser otra que el cambio climático, una realidad que los científicos de la ONU expertos en clima, el IPCC, llevan anticipando desde hace dos décadas. La solución también está encima de la mesa, reducir las emisiones como dice el Acuerdo de París, podría ayudarnos a relajar la tendencia e impedir que la temperatura media global supere el grado y medio para finales de esta siglo. Puede parecer poco, pero el escenario varía sustancialmente con un aumento de 1,5 grados o uno por encima de los dos.

Sin embargo, la sensación de los científicos del IPCC es que no se está haciendo el esfuerzo suficiente. De hecho, de seguir por esta senda el riesgo reside en que la temperatura media suba incluso por encima de los tres grados.

Último informe

El IPCC publicaba recientemente la tercera entrega de un nuevo informe que empezó a compartir en agosto del año pasado en el que vuelve a abogar por una eliminación de los combustibles fósiles, una mayor eficiencia energética y una apuesta decidida por la electrificación para entrar en la senda de la mitigación del cambio climático. Se necesita, sobre todo, una reducción rápida y profunda de las emisiones en todos los sectores, reiteran los científicos del clima. Esto en números se traduce en una reducción para 2050 (respecto a 2019) del 95% en el consumo de carbón, del 60% en el del petróleo y del 45 % en el del gas. También incide en la reducción del metano, otro gas causante de cambio climático hasta ocho veces más potente que el CO2.

La realidad de las emisiones no es nada halagüeña, sin embargo. En 2021 los Gases de Efecto Invernadero (GEI) marcaron un nuevo récord histórico. La Agencia Internacional de la Energía en su balance anual de 2021 estimaba que el CO2 emitido a la atmósfera era hasta un 6% más que en 2020, alcanzando los 36.300 millones de toneladas (2.000 millones más que el año anterior). El mayor crecimiento de CO2 proviene de China solo en 2021 ha representado un 33% del total mundial.

Este aumento se relaciona con la vuelta a la actividad industrial tras la pandemia, con un clima adverso y con los altos precios de la energía. Un conjunto de circunstancias que ha aumentado el uso de carbón. «La crisis que ha inspirado a Europa a buscar más rápidamente fuentes de energía limpia como la eólica y la solar, también corre el riesgo de hacerla retroceder al revertir los esfuerzos para cerrar las minas de carbón y dejar de perforar nuevos pozos de petróleo y gas para reemplazar el combustible ruso y reducir los precios», decía el New York Times al inicio del conflicto de Ucrania.

La guerra ha exacerbado la necesidad de asegurar el suministro en los países del viejo continente, hasta ahora muy dependientes del gas ruso (hasta un 40% del gas natural que llega la UE proviene de esa país).

Mediterráneo

A nivel mundial, el calor está afectando también a India y Pakistán que sufren temperaturas por encima de los 50 grados desde hace semanas. Además, el pasado junio se registró una ola de calor muy acusada en EE UU y en Canadá se registró una nueva máxima absoluta para todo el país de 49.6ºC.

Sin embargo, una de las zonas donde el calentamiento está afectando afectando de manera intensa es el Mediterráneo donde, además, se aprecia un aumento de las noches tropicales. «Hay que aclarar que el cambio climático no solo provoca un aumento de las temperaturas, sino que altera el patrón de circulación atmosférica. Esta modificación está detrás de la recurrencia de fenómenos como las gotas frías fuera del otoño. Las hemos vivido también este año en marzo y abril en España. Las masas de aire tienen más energía y esto tiene consecuencias en todo el mundo, aunque es más evidente en el hemisferio norte, entre otras cosas porque el Polo Norte se está calentando el doble que otros lugares», apunta el investigador.

El número de noches tórridas está aumentando en promedio unos 21 días en España. En algunas zonas del arco del Levante o Canarias el número puede llegar a los 40 noches. «La temperatura de las aguas del mare nostrum también aumenta y esto multiplica las noches de calor. Solo en Alicante y Valencia se han multiplicado por cinco desde los 70», matiza Olcina.

El equipo de meteorólogos de eltiempo.es también sugiere en una reciente publicación que este crecimiento de las noches en las que es imposible pegar ojo se debe al urbanismo. «Todo núcleo urbano genera lo que se conoce como isla de calor. Así pues, en los grandes núcleos urbanos, la urbanización del entorno incide directamente en las temperaturas mínimas, que quedan mucho más elevadas de lo que correspondería». Para comprobar que el urbanismo afecta a las temperaturas, han comparado estaciones dentro del mismo término municipal, pero situadas en distintas zonas. La localidad elegida ha sido Ciudad Real. «Mientras en la zona urbanizada tienen unas 40 noches tropicales al año, en el campo apenas llegan a las tres la mayoría de años. Si nos desplazamos al mediterráneo, en Castellón observamos lo mismo», indica el equipo de meteorólogos.