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Energía

El Sol: fuente de energía para reducir la pobreza en los países del Sur

Expertos urgen a acelerar la inversión internacional para instalar energías renovables en países vulnerables y así garantizar el acceso universal a la electricidad que establece la ONU

La familia de Kedar Mali (primero por la derecha)
La familia de Kedar Mali (primero por la derecha)Opmeer Reports para Oikocredit

Fanignoro Silue, oriunda de Costa de Marfil (en África Occidental), es una curandera tradicional, viuda y madre de seis hijos. Cuando construyó su casa, el barrio no tenía conexión a la red eléctrica. Pero en 2019, obtuvo un «kit solar» para el hogar, gracias al apoyo financiero de Oikocredit –cooperativa mundial e inversor de impacto social–, que supuso un soplo de aire fresco. Ahora, con las tres luces solares de las que dispone, sus pequeños pueden estudiar.

Además, junto a su casa está construyendo varias habitaciones para alquilar. «Mi mayor deseo es tener un automóvil que funcione con energía solar, para que me resulte más fácil visitar a los pacientes que viven en áreas remotas», comenta con una sonrisa.

Hasta hace poco, Silue era una de las 733 millones de personas en el mundo que hoy viven sin acceso a electricidad. La cifra pertenece al último informe de seguimiento del ODS 7 («Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos») de la ONU, publicado por el Banco Mundial a principios de mes.

El avance internacional en el acceso a la electricidad oculta un progreso desigual por regiones: América Latina y el Caribe, Asia Oriental y el sudeste asiático se acercaron en 2018 al acceso universal, con un 98%. En Asia Central y Asia Meridional, más del 92% de la población logró tener acceso a la electricidad. El déficit se concentra cada vez más en África subsahariana, donde el porcentaje de la población que no posee electricidad pasó del 71% en 2018 al 77% en 2020.

Al poco nivel de desarrollo de estas zonas, se une la crisis de la Covid-19 y la invasión de Rusia a Ucrania, que han formado la tormenta perfecta que atiza al sector energético, disparando los precios de la energía. El Banco Mundial alerta de que, a pesar del impulso de las renovables, no podrá alcanzarse el objetivo del 100% de acceso a la electricidad para 2030 si se mantiene la tarifa actual.

Disponer de energía limpia y asequible en una vivienda contribuye a mejorar la calidad de vida y la salud de las personas que la habitan. Esto se traduce, por ejemplo, en que una niña pueda hacer sus deberes al llegar de la escuela, que un niño pueda lavarse con agua caliente o que una familia caliente su comida sin que peligre su vida, ya que casi un tercio de la población mundial no posee acceso cocinas limpias, lo que provoca casi cuatro millones de muertes por respiración de aire interior contaminado.

La madre de Fanignoro, Ichébétcha Soro, junto a su nieta Binto Tuo
La madre de Fanignoro, Ichébétcha Soro, junto a su nieta Binto TuoOpmeer Reports para Oikocredit

Una de las soluciones más eficaces a pequeña escala son los paneles y las cocinas solares. Estas últimas ofrecen una alternativa limpia frente a los métodos tradicionales. «Las cocinas sostenibles son un ámbito que ha recibido poca atención y apoyo financiero, a pesar del impacto social y ambiental», afirma James Todd, manager en inversiones en energías renovables de Oikocredit.

Pero más allá de su uso doméstico, la energía renovable también puede contribuir a empoderar a personas de bajos ingresos, dándoles la oportunidad de impulsar actividades económicas, por ejemplo, activando una bomba solar para el riego de un cultivo. La familia de Kedar Mali vive en la localidad de Ghans, en el desértico Estado de Rajastán, India. Gracias a la instalación de 16 paneles fotovoltaicos y una bomba de este tipo, tienen acceso al agua para tener hortalizas.

Además de ofrecer electricidad a partir de la energía solar a los hogares fuera de la red, las inversiones de impacto en renovables permiten construir «minirredes solares» en zonas rurales. En Nigeria, unas 55.000 personas han logrado acceso a la electricidad gracias a ellas y en Benín, 40.000 personas podrán encender la luz de sus casas. «En áreas remotas, donde las energías limpias y seguras nunca habían sido posibles, contar con ellas supone que las personas puedan utilizar herramientas y electrodomésticos para apoyar sus microempresas y abordar necesidades energéticas domésticas básicas como la iluminación, cocinar o cargar teléfonos móviles», explica Todd.

Aunque los proyectos de inversión local sostenible se están multiplicando, Francesco La Camera, director general de la Agencia Internacional de Energías Renovables, expresó: «La financiación pública internacional para la energía renovable debe acelerarse, en especial, en los países más pobres y vulnerables». Al apoyo de financiación pública internacional hay que añadir casos como el de Oikocredit (que contribuyó con 44 millones de euros a proyectos de energías renovables a través de sus socios solo en 2021) y una oferta cada vez más amplia de fondos de inversión verde –acelerada por la taxonomía de financiación sostenible de la UE– que hace cada vez más fácil a empresas y particulares sumarse a la inversión responsable.