La contra

Antropía

Planeta Tierra

Ramón Tamames
Ramón Tamames Cristina BejaranoLa Razón

Un tema fundamental es el del universo antrópico, hipótesis que prima facie está ligada a la idea principal de que los seres humanos somos dueños y señores del universo que vislumbramos, que se creó para que la especie humana conociera e interpretara todo a través de la ciencia. Por ello mismo, diríamos que el mayor valor del hombre es “ser observador de todas las cosas”.

Por eso es bueno traer aquí el recuerdo histórico del primero de los promotores del principio antrópico, Alfred Russell Wallace, el padre de la teoría de la evolución junto con Darwin. Quien en 1904 escribió: “Es posible que un universo, tan enorme y complejo como el que vemos a nuestro alrededor, sea un requerimiento absoluto para producir un mundo que culmine un hombre”.

Y lo que dijo Wallace, con el paso del tiempo se reforzó por el máximo formulador del principio antrópico en el siglo XX, John Archibald Wheeler, de la Princeton University, uno de los pioneros sabios de la fisión nuclear. Inventor que fue de palabras y expresiones científicas como agujero de gusano, para las travesías por el universo a mayor velocidad que la luz.

Más concretamente, Wheeler preguntó: “¿Cabe imaginar un universo en el cual una u otra de las constantes físicas fundamentales se alterasen en un pequeño porcentaje en uno u otro sentido? De ser así, el hombre nunca hubiera existido”.

Esas constantes físicas las detalló después Bill Bryson en su célebre libro “Historia de casi todo”. Con la referencia a la atracción fuerte para mantener unido el núcleo de los átomos, el emplazamiento del planeta Tierra en relación con el Sol, sin olvidar, el campo magnético para evitar radiaciones nocivas, ni la oportuna distancia a la Luna. Entre otras circunstancias, que nos dan a la humanidad el sentido de la vida.