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Beber agua del grifo, positivo para el medio ambiente, la salud y el bolsillo
El sector del agua urbana destaca la calidad, salubridad, mejor precio y menor impacto ambiental de este producto esencial

El gesto tan necesario, sencillo y habitual de beber agua, además de cubrir una necesidad básica para la salud, se puede hacer también de una manera sostenible. Solo con abrir el grifo ya se marca una diferencia ambientalmente positiva, con la tranquilidad de que se calma la sed y se satisface la necesidad de agua del organismo con la garantía de que el agua del grifo reúne las condiciones de seguridad y salubridad idóneas para el consumo dados los estrictos controles sanitarios que ha de cumplir.
Sencillo y positivo gesto
«Beber agua del grifo es una acción cotidiana con un enorme impacto positivo», afirma Rocío Santiago, directora de Operaciones de Aqualia. Desde el punto de vista ambiental porque evita residuos de plástico o de cristal, cuya producción, llenado y transporte causan impactos en los ecosistemas y generan gases de efecto invernadero (GEI). Según un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona, (ISGlobal) el impacto en los ecosistemas de producir agua embotellada es 1.400 veces mayor que el de todo el proceso de abastecer de agua potable a los grifos.
También en el ámbito ambiental, según el último informe del Instituto de Agua, Medio Ambiente y Salud de la ONU (2021), el mercado del agua embotellada generó 25 millones de toneladas de envases de plástico, para contener 350.000 millones de litros de agua. La ONU llama a la acción colectiva para enfrentar el desafío global de la contaminación que suponen los residuos de plástico. Un material que es uno de los más contaminantes para el océano y del que varios estudios calculan que se vierten al mar más de ocho millones de toneladas de botellas al año. Un ultimo argumento en este sentido lo aportan los datos del sistema de estadísticas europeas, Eurostat, que calculan que, como máximo, sólo se reciclan el 40% de los envases de plástico que se generan en la Unión.
Mirando el euro
Hablando de costes, el mismo estudio cifra en 3.500 veces más el coste económico del agua embotellada. Más precisamente, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España, cifra en 0,21 euros por litro el precio medio del agua mineral envasada, frente al precio medio de 0,0019 euros por litro si sale del grifo en datos del XVII Estudio Nacional de Suministro de Agua Potable y Saneamiento. Un último ejemplo estaría en los datos de la Organización de Consumidores y Usuarios, (OCU), que afirman que beber agua del grifo cuesta a las familias 5 euros al año, frente a los 500 euros que vale beber agua embotellada en el mismo periodo. Adicionalmente, en España el gasto del agua del grifo se sitúa muy por debajo del 3% marcado por la ONU como cifra límite de asequibilidad del Derecho Humano al Agua.
La salud, lo primero
El agua que sale del grifo ha de pasar la red de distribución urbana y, por ello, está extremadamente protegida desde el punto de vista sanitario y legal. Y así lo confirma Rocío Santiago, de Aqualia: «el agua del grifo en España es el producto alimentario más controlado. Está sometida al control de más de 50 parámetros analíticos y su trazabilidad está garantizada desde el origen hasta el grifo del consumidor».
La legislación para asegurar la calidad del agua es cada vez más exigente. Así, desde 2003 en la lista de parámetros analizados están incorporados nuevos contaminantes adicionales, como el bisfenol A, (un plastificante), o las PFAS, (sustancias químicas fluoradas), que provienen de la actividad industrial. También se detectan parámetros relacionados con la seguridad microbiológica, como la legionella, y otros contaminantes emergentes como los disruptores endocrinos. Todas estas sustancias son controladas, además, para seguir su evolución y aportar conocimiento adicional sobre su presencia en el agua de consumo.
La normativa marca un triple control independiente que se extiende a lo largo de toda la cadena de producción del agua. Esos tres controles son: sanitario, por las consejerías de Sanidad de las comunidades autónomas; técnico y económico, por los ayuntamientos; y por los sistemas de autocontrol de los propios gestores del servicio basados en estrictas normas de calidad. De ahí que Rocío Santiago destaque que «en Aqualia destinamos recursos técnicos y humanos para garantizar que el agua del grifo sea segura y sostenible. Para ello, nuestros laboratorios realizan miles de determinaciones anuales con tecnología de última generación. Solo en España se analizan más de un millón de parámetros al año».
Por su parte, el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España, que recopila datos de calidad de aguas potables de los municipios a través del Sistema de Información Nacional de Agua de Consumo (Sinac), confirma que, en general, la calidad del agua servida a los hogares en España es buena y que menos de un 1% de las muestras de diversos parámetros incumplen los límites establecidos en la normativa.
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