La contra

¿China por la paz?

Planeta Tierra

Ramón Tamames
Ramón Tamames Cristina BejaranoLa Razón

Desde que, en 1972, en un viaje preparado en secreto por Kissinger, se presentó el presidente Nixon en Pekín, para conversar con Mao Zedong y Zu Enlai, no ha habido momento sin referencias al poderío creciente de China, el antiguo Celeste Imperio. Con la posibilidad de superar en un momento dado a EE.UU. en el PIB a tipo de cambio de mercado, después de haber llegado esa superación hace tiempo con las mediciones de capacidad de poder adquisitivo. Eso es lo que impulsa el America first de Trump, un eslogan para evitar que China llegue a lo más alto del mundo, y no solo en la economía, sino también en actividad por la paz.

Hay que preguntarse si eso no habrá sucedido ya, ayer mismo, el martes 2 de septiembre de 2005, al cerrarse la conferencia del Club de Shanghái, presidiendo Xi Jinping y con socios como Rusia e India. En la ciudad portuaria de Tianjin, con la presencia de otros miembros del Club, representando el 42% de la población mundial.

Por lo demás, al día siguiente de cerrarse la conferencia, el 3 de septiembre, hubo un desfile militar en Pekín, presidido por Xi Jinping, teniendo como invitados especiales a Vladimir Putin y a King Jong-un. Una grandiosa parada militar planteada oficialmente para conmemorar el 80 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial en el Extremo Oriente. Pero que, sobre todo, se enfocó a mostrar el gran avance de China en la carrera armamentística para alcanzar a EE.UU.

Está claro el gran papel chino en el mundo, en lo que es un punto de inflexión como valedor de la paz.

¿Estamos ante la idea de la Paz Perpetua de Kant (1795), a negociar definitivamente entre Occidente y Oriente?