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Planeta Tierra
Dragó en el cosmos
Planeta Tierra
Cuatro curas cantando. Con sus camisolas litúrgicas blancas y un tanto almidonadas. Y uno de ellos, de aspecto particularmente apostólico:
-Vd. se parece mucho a Ratzinger, al papa y teólogo.
-Sí, sí, ya me lo han dicho, pero no cabe hacer comparaciones con tan eximia persona…
Eran los cuatro curas que entonaron misa en honor de Fernando Sánchez Dragó, el pasado martes 11 de abril, al día siguiente de que el gran escritor se marchara de viaje allí de donde nunca se retorna.
Fuimos a despedirle a su pueblo de Castilfrío de la Sierra, mi hijo Moncho, Lorenzo, Emmanuel, yo mismo: amigos reencontrados en la última hora de la moción de censura parlamentaria, diseñada casi por el propio Fernando. Volvimos en la ocasión a sentir una atracción especial, unidos en la tierra mágica de “Gárgoris y Habidis”, ahora en Castilfrío, en medio de la paramera soriana. Y a pesar de la dura y seca primavera que atravesamos, lucía un verdor formidable, como de resurrección del paisaje del cereal.
Primero estuvimos en la casa de Fernando, con decenas de amigos llegados de los cuatro puntos cardinales para decirle adiós al heterodoxo de las letras. Después, en la sesión en la iglesia, bellamente adornada de flores, nos unimos centenares de homenajeantes, para escuchar los hermosos y sencillos discursos curales y las palabras de la viuda, Emma, y de los descendientes y colaterales del gran escritor.
A tres pasos, en el camposanto, en una soledad extrema, el escribidor quedó conectado con todo el cosmos a través de iones, neutrinos y rayos gamma, imposibles de percibir por la velocidad de la luz: Requiescat in pace, amicus sine die, per saecula saeculorum.
Correo electrónico: castecien@bitmailer.net
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