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Investigación

Los lobos mutantes de Chernóbil desarrollan resistencia al cáncer

Los animales han evolucionado para resistir la radiación de la zona

Los lobos mutantes de Chernóbil pueden haber desarrollado resistencia al cáncer
Imagen de archivo de un lobo ibéricoGtresGtres

El 26 de abril de 1986 se produjo en Chernóbill, en el norte de Ucrania y que entonces pertenecía a la Unión Soviética, el peor accidente nuclear de la historia. Varios errores de los trabajadores provocaron un sobrecalentamiento, varias explosiones y un incendio que hicieron volar la tapa del reactor 4 y expulsaron a la atmósfera grandes cantidades de materiales radiactivos. La nube radiactiva se extendió por 162.000 kilómetros cuadrados y llegó a gran parte de Europa e, incluso, a América del Norte.

Las altas cantidades materiales radiactivos o tóxicos expulsados fue unas 500 veces mayor que la liberada por la bomba atómica de Hiroshima. En los primeros días murieron unas 30 personas, entre bomberos y personal de la central, y se estima que desde entonces han fallecidos entre 38.000 y 200.000 personas como consecuencia de las enfermedades derivadas de la radiación. El Gobierno evacuó a 116.000 personas de manera urgente la ciudad de Prípiat, donde residían los trabajadores de la central y sus familias.

Tras el accidente se comenzó un proceso masivo de descontaminación y se estableció un área Zona de Exclusión de Chernóbil (ZEC) de unos 1.600 kilómetros cuadradas al rededor de la zona afectada por la lluvia radiactiva.

Casi 38 años después, esta zona sin humanos se ha convertido en una importante reserva natural. La vida silvestre como los caballos, los anfibios, los lobos, los bosques y los hongos han recolonizado la zona, aunque con importantes mutaciones.

Cara Love, bióloga evolutiva y ecotoxicóloga del laboratorio de Shane Campbell-Staton en la Universidad de Princeton, ha estudiado cómo sobreviven y prosperan los lobos en los bosques de Chernóbil a pesar de varias generaciones de exposición y acumulación de partículas radiactivas en sus cueros.

En 2014, Love y su equipo entraron en la Zona de Exclusión de Chernóbil y colocaron a los lobos collares de radio. Además, los extrajeron sangre para saber la respuesta de los lobos a esta radiación que provoca cáncer.

Estos colleres con GPS también llevaban dosímetros de radiación con lo que era posible medir en tiempo real dónde se encontraban los animales y a cuánta radiación estaban expuestos.

Su investigación, publicada por la Sociedad de Biología Integrativa y Comparada en Seattle (Washington), demuestra que los lobos de Chernóbil estaban expuestos a más de 11,28 milirem de radiación todos los días durante toda su vida, esto supone más de 6 veces el límite de seguridad para un trabajador humano promedio.

A diferencia de los lobos que viven exclusivamente fuera de la ZEC, Love descubrió que los lobos de Chernóbil tienen sus sistemas inmunológicos alterados, y son similares a los pacientes con cáncer que reciben tratamiento de radiación.

Lo más prometedor es que ha identificado partes específicas del genoma del lobo que parecen resistentes a un mayor riesgo de cáncer. La mayoría de las investigaciones en humanos han encontrado mutaciones que aumentan el riesgo de cáncer, pero el trabajo de Love espera identificar mutaciones protectoras que aumenten las probabilidades de sobrevivir al cáncer para los humanos.

El equipo de Love se centró en estudiar a los porque el perro doméstico enferma y lucha contra el cáncer de forma más parecida a los humanos que los ratones de laboratorio. Por tanto, el lobo gris, primo de los perros, expuesto a la contaminación de Chernóbil, primo de los perros, es una buena opción para comprender cómo se puede tratar el cáncer en un futuro próximo.