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Revolución de la ciencia

Planeta Tierra

Ramón Tamames
Ramón Tamames Catedrático de Estructura Económica / Cátedra Jean MonnetCristina BejaranoLa Razón

En el siglo XVII, en 1610, se inició el resonante proceso de la Inquisición a Galileo Galilei, por haber revolucionado la ciencia de su tiempo al ubicar, merced a su telescopio, de lentes holandesas, cuatro satélites, o lunas, en torno al planeta Júpiter.

Como derivación de ello, confirmó la idea de un universo según las tesis de Copérnico: heliocéntrico y no geocéntrico. De ahí sus problemas con la Iglesia, con su amigo el Papa Paulo V, que le puso en un brete ante el Tribunal de la Fe (también llamado del Santo Oficio o Inquisición), del cual se salió personalmente con aquel «eppur si muove», refiriéndose a la Tierra rotando en torno al Sol.

Cuatro siglos después, tenemos una revolución de la ciencia como consecuencia de grandes innovaciones en materia de telescopios espaciales, sobre todo con el James Webb, de la NASA, desde hace sólo dos años. Los primeros efectos de las pesquisas de ese nuevo visor del cosmos están siendo importantes, y será preciso, cuando menos, hacer algunos ajustes en la teoría del Big Bang, en lo que se refiere a la edad de todo el espacio-tiempo: 13.800 millones de años. En ese sentido, se confirmará seguramente que el nacimiento del universo podría haber sido hace 26.000 millones, casi el doble, pues, que lo anteriormente considerado, un universo que no tendría fronteras. Incluso la teoría de la relatividad podría ser revisada en alguno de sus aspectos.

¿Qué está pasando? Sencillamente, la ciencia avanza en todos los frentes, lo cual es perfectamente normal. Y estamos en lo que es una fase de gran aceleración gracias, en los casos citados, a fenómenos humanos como el del telescopio James Webb.

¿Estaremos los humanos preparados para formular la ecuación del todo con la que soñó Einstein?

«Qui lo sa»