SOS, el campo se asfixia

El escenario actual de sequía ha hecho saltar ya todas las alarmas y la preocupación sigue creciendo ante la situación económica y social que sufre el sector agrícola y ganadero.

El Ejecutivo ha aprobado ahora un Real decreto-ley con medidas para paliar la sequía, pero, las ayudas previstas no son suficientes. Por si fuera poco, la premisa irrefutable de que el agua es un bien escaso hace que nos preguntemos cómo garantizar un abastecimiento de alimentos seguros y de calidad con la máxima sostenibilidad, sin agotar el recurso. La planificación hidrológica y la puesta en marcha de obras de regulación son armas esenciales que nuestros políticos no han sabido utilizar.

El agua no puede centrar la agenda parlamentaria o política solo en periodo electoral, con aportaciones muy simplistas, mientras el campo se asfixia y miles de familias reclaman soluciones, no parches.

El pasado mes de enero el Gobierno aprobó los planes hidrológicos para gestionar los recursos hídricos en España hasta 2027. Sin embargo, estos no buscan el bien común ni garantizan el agua para regar. Y en esta situación tan preocupante, estamos convencidos de que la demolición de presas y azudes sería letal para la agricultura, en general, y el regadío, en particular. Pedimos muchísima prudencia a la hora de valorar el derribo de infraestructuras que pueden ser aprovechadas y que ya cuentan con un ecosistema propio.

Los regantes hemos hecho, desde hace décadas, un esfuerzo sin precedentes en materia de modernización y ahorro. No somos los culpables de la sequía, si no los grandes sufridores, al ser los primeros que padecemos las restricciones. Hoy más que nunca urge despolitizar la gestión hídrica y elevarla a una cuestión de Estado. Nos va el futuro en ello.