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Desarrollo sostenible

Tecnología para lograr la inmortalidad

La ciencia está consiguiendo que la esperanza de vida alcance los 150 años. Más allá de este tiempo, la tecnología propone copias virtuales que nos sobrevivan

Tecnología para lograr la inmortalidad
Los gemelos digitales permiten a las empresas recrear procesos de gestión y ver cómo funcionan antes de aplicarlos de verdad o en medicina está ayudando a modelar la actividad del cerebro humano y diseñar tratamientos personalizados para enfermedades como el Alzheimer Dreamstime

Hace unos cinco años, salía a la luz una fórmula para lograr la inmortalidad escrita por el científico Isaac Newton. El padre de la teoría de la gravedad dedicó parte de sus investigaciones a la alquimia, la cábala o los estudios bíblicos y, entre sus cuadernos privados, se ha encontrado una fórmula mágica para convertir los metales en oro y conseguir la eterna juventud. Que el hombre ha soñado con vivir para siempre desde hace siglos lo demuestran las pruebas de los alquimistas de la Edad Media, los estudios de los cosmistas rusos en el siglo XX y ahora el trabajo de muchos laboratorios. El objetivo es encontrar la fórmula para evitar el temido envejecimiento.

La cuestión en este punto de la Historia es que parece que la «inmortalidad» está más cerca que nunca. «Estamos justo en el momento de pasar de las promesas a conseguirlo», afirma el director del Instituto de Investigación sobre el Envejecimiento de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York en un reciente reportaje del Financial Times. También la revista Wired en un artículo confirma que el 2023 va a traer grandes innovaciones en los tratamientos antiedad, entre otras cosas porque la ciencia está descubriendo exactamente el funcionamiento del ADN y qué mecanismo provocan el envejecimiento celular. «Ya hemos duplicado la esperanza de vida de los 40 a los 80 años gracias a los avances médicos», recuerda la publicación.

Quizá hablar de inmortalidad es un tanto exagerado, pero no lo es, sin embargo, la posibilidad de aumentar sustancialmente los años de vida. Hace unas semanas, una start-up llamada Rejuvenate Bio, surgida en el seno de la Universidad de Harvard, conseguía alargar la vida de ratones de laboratorio de 8,86 semanas a 18,5. Lo hacían inyectando tres de los cuatro factores Yamanaka en ratones de 124 semanas de vida (el equivalente, dicen los investigadores, a unos 77 años humanos). El biólogo Shinya Yamanaka (premio Nobel de Medicina) publicó un estudio en 2006 en el que afirmaba que es posible reprogramar células usando solo cuatros genes maestros. Estos «factores», parecen tener la clave del envejecimiento.

De hecho, desde Harvard los investigadores afirman que en unas décadas podremos llegar a los 150 años sin sufrir de algunas de las enfermedades habituales que causan la muerte, como el cáncer. «Ha habido, al menos que yo sepa, un par de experimentos con seres humanos. En uno de ellos, se consiguió que unos 40 pacientes rejuvenecieran ocho años. Son ensayos puntuales, pero el camino del estudio científico del envejecimiento se ha abierto y es probable que se consiga algún medicamento que rejuvenezca en pocos años. De ahí a que avancemos hacia la inmortalidad hay un salto abismal, pero en el futuro el hombre podrá extender su vida hasta los 150 años fácilmente», afirma Antonio Diéguez, Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia y experto en Transhumanisno de la Universidad de Málaga.

Una de las cuestiones que hay que tener en cuenta, dice el Financial Times, es que la financiación privada supera con creces a la pública en este tipo de investigación. «Los primeros en beneficiarse serán sin duda los que la financian, como Jeff Bezos (Amazon)». «Las élites tecnológicas y económicas han dejado de preocuparse por la humanidad y buscan conseguir la inmortalidad o garantizar la supervivencia de unos pocos», decía recientemente el escritor Mark O’Connell, autor de «Cómo ser una máquina».

Hace un par de años el fundador de Amazon creó Altos Lab, una compañía dedicada a reprogramar el rejuvenecimiento celular. La firma está fichando a algunos de los mayores expertos en envejecimiento como el español Manuel Serrano o el mismo Yamanaka para conseguirlo. También Arabia Saudí ha puesto en marcha un proyecto para investigar y financiar proyectos que extiendan la vida y la salud de las personas. Con la Hevolution Foundation, que cuenta con una financiación anual de 1.000 millones de dólares, pretenden convertirse en referentes mundiales en las terapias antiedad. «Existe la creencia en el reino saudí de que los habitantes del golfo pérsico envejecen más rápido biológicamente que cronológicamente. Esto se debe, según ellos, a una dieta rica en grasas y al sedentarismo», comenta la publicación MIT Technology Review.

Por su parte, Google también decidió apostar por este tipo de investigación biotecnológica y fundó en 2013 Calico Labs. «La ciencia y la tecnología actuales tienen mucho poder y esto hace necesaria buena regulación. Además, como la mayor parte de la investigación está en manos privadas, la autorregulación no parece una buena idea. Hay que garantizar la gobernanza de la ciencia para no generar dualidad social. La tecnología puede provocar dos efectos contrarios. Puede ayudar al desarrollo económico y a la igualdad (estamos viendo cómo los teléfonos móviles están ayudando al crecimiento económico en África), pero también puede producir el efecto contrario y que haya personas con ventajas biológicas que tienen acceso a capacidades mejoradas, mientras que el resto no. El dualismo pone en peligro la democracia», opina Diéguez.

El botox o las cremas van a quedar superadas por esas técnicas que permiten rejuvenecer por dentro y alargar la vida y la salud, pero la promesa de la verdadera inmortalidad la trae la tecnología. Al menos así lo cree la corriente transhumanista que, de momento, apuesta por una especie de «eternidad aumentada» a través de gemelos digitales, es decir copias virtuales de personas fallecidas conectadas a sistemas de inteligencia artificial.

Tu gemelo en el móvil

Cualquiera que acceda a las tiendas de aplicaciones móviles tiene a su disposición algunas herramientas para crear su propia copia y sobrevivir una vez no esté en este mundo en forma física. Por ejemplo, la app MindBank AI se anuncia de la siguiente forma: «almacene su conciencia, autorreflexione y crezca con su gemelo digital IA». Más allá de la promesa de la vida eterna, la app se define también como «un psicólogo en su bolsillo. Nuestra plataforma crea un gráfico de conocimiento de su mente utilizando un interfaz de voz simple y luego analiza sus respuestas para el análisis psicolinguístico. Respondiendo solamente una pregunta al día se puede comprender cómo funciona su mente». Su desarrollador, Emil Jiménez, ha reconocido públicamente que tuvo la inspiración cuando vio a su hija de cuatro años interactuar con Siri. Pensó si no sería una buena idea dejarle a su hija una copia de sí mismo para cuando en el futuro él ya no esté, al menos en cuerpo físico. Así es como creó uno de los deadbots más conocidos actualmente.

La start-up Story File también ofrece la posibilidad de recrear la historia de los fallecidos basándose en vídeos y entrevistas. «Todo es posible gracias a una combinación de tecnologías: la inteligencia artificial, el reconocimiento de voz y algo tan sencillo como son las cámaras de nuestros ordenadores», dicen en su web. También en el Metaverso empiezan a aparecer soluciones de vida eterna y son varias las start-ups que, como Somnium Space, proponen hacerte una copia para que sobrevivas en formato digital. Más allá de la vida, el chatbot de Character Ai permite mantener conversaciones con personajes famosos vivos como Musk o muertos como Einstein e incluso con personajes de ficción como Harry Potter.

Hay un caso especialmente conocido, el de Joshua Barbeau. Este hombre utilizó la web del proyecto December para crear un chatbot (robot conversacional) para poder volver a hablar con su novia Jessica fallecida de una rara enfermedad. «Project December fue creado por el desarrollador de videojuegos Jason Rohrer con el objetivo de permitir a la gente diseñar chatbots con aquella personalidad con la que quisieran interactuar, siempre que pagasen por ello. El proyecto se construyó a partir de una API de GPT-3, un modelo de lenguaje que permite generar texto de forma automática, de la empresa de investigación de inteligencia artificial OpenAI (fundada por Elon Musk)», detalla Sara Suárez, investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya en un artículo para The Conversation.

Para los investigadores hay que plantearse ciertas cuestiones éticas respecto a estas tecnologías que ya están surgiendo sin necesidad de esperar a esos escenarios más o menos de ciencia ficción que nos prometen la vida eterna en formato virtual. «Desarrollar un deadbot que replique la personalidad de alguien requiere grandes cantidades de información personal, como los datos procedentes de sus redes sociales. ¿El consentimiento de Jessica sería suficiente para considerar ética la creación de su deadbot? ¿Y si resultase degradante para su memoria», dice Suárez.

[[H2:¿Llegará la «Singularidad»?]]El desarrollo de la Inteligencia Artificial está dejando noticias sorprendentes. Las «máquinas» son capaces de ganar partidas de ajedrez, componer música o escribir crónicas de forma solvente. También aprenden y mejoran, tanto que algunos teóricos vaticinan la llegada de un momento, llamado Singularidad, en que las «máquinas» superarán a los humanos.

Lo cierto es que a día de hoy usamos IA en el día a día de forma constante, por ejemplo en los asistentes virtuales Siri o Alexa, y nos dejamos aconsejar por ella en muchas actividades, pero ¿hay que dejarle decidir quién es el candidato idóneo para un puesto de trabajo o a quién se le puede conceder una hipoteca? «Aunque la IA se está desarrollando muy rápido, todavía está lejos de ser perfecta. Esto es porque está sesgada, lo que conlleva un serio desafío», dice Sara Suárez. Para Diéguez, está claro que «muchas tareas van a estar basadas en IA pero no se debe dejar en sus manos decisiones que afecten a la vida humana. En primer lugar porque los sistemas de inteligencia artificial son opacos; no se sabe cómo la IA toma las decisiones. Este tipo de problemas son ya una realidad de la que hay que preocuparse. No tanto de anuncios de ciencia ficción como la Singularidad»