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Innovación para el desarrollo sostenible
Tuk Tuk Solar, para la movilidad ambiental y social sostenible
El proyecto de la Asociación Ambiental G-22, de Guatemala, finalista en los Premios de Innovación Social de la Fundación Mapfre
Primero fueron los rickshaw, luego los tuctucs con motor de gasolina, tras ellos han llegado a las calles de algunas ciudades unos pocos con motor eléctrico. Esos pequeños taxis tan populares en muchos países de Asia, se han extendido a muchísimos más, sobre todo de América Latina y África. Tanto que se calcula que hay unos 50 millones en todo el mundo.
Así que, la sola posibilidad de que pueda haber una evolución y que los tuctucs se muevan con energía solar e incorporarlos a la movilidad sostenible es «un mundo que nos ha parecido demasiado interesante como para ignorarlo». Son palabras de Alfredo Maul, director creativo y cofundador de la Asociación Ambiental G-22, de Guatemala, al referirse al proyecto Tuk Tuk Solar, impulsado por esta organización y finalista en la VI edición de los Premios Fundación Mapfre a la Innovación Social. Convocatoria a la que en esta edición se han presentado casi 350 iniciativas.
Placas solares en el techo
El Tuk Tuk Solar es una trimoto, o motocarro, usada como taxi para transporte de pasajeros, «que lleva incorporados en el techo del vehículo cuatro paneles fotovoltaicos que aportan un total de 600 watts de potencia, un banco de baterías de 60 voltios y se completa con un motor eléctrico de 1.200 w, con una autonomía de 120 km en un día soleado», explica Maul. Para construir los prototipos se han utilizado mototaxis en desuso.
En G-22 estiman en «50.000 unidades circulando ahorita en toda Guatemala. Por contraste, en Perú hay un millón. Sumados México, Colombia, los países del Caribe y Centroamérica, alcanzaríamos más de dos millones en toda Latinoamérica».
Vehículos que se usan en ciudad y también en el medio rural y en los que «desde su diseño y concepción hemos detectado varios problemas: son muy costosos de operar, porque consumen mucho combustible, producen muchas emisiones y están diseñados para la obsolescencia».
Para una organización como G-22, «una asociación civil sin ánimo de lucro que nos dedicamos a buscar soluciones de diseño sostenible», era evidente que «quitando ese motor del siglo pasado, podemos mejorar la rentabilidad económica, ambiental y social».
Un proceso colaborativo
El desarrollo del Tuk Tuk Solar comenzó en plena pandemia, porque «nos fue muy obvio que, al tener una gran presencia en el país y al estar cerrado al turismo, muchas personas perdieron sus vehículos porque los estaban financiando y no podían pagarlos. Y se formó una gran bolsa de taxis en desuso».
El equipo de G-22 organizó talleres colaborativos, «convocamos a 200 guatemaltecos por redes sociales en plena pandemia para proponer soluciones. Se sumaron ingenieros, empresarios, mecánicos, antropólogos, pilotos, hombres y mujeres de todo el país. Un grupo de 23 personas trabajaba en ello directamente y 180 voluntarios trabajaron en remoto, subiéndose a mototaxis y aportando todo tipo de datos. Es un proyecto de construcción de nación y, sobre todo, una muestra de que, incluso en medio de una pandemia, el trabajo en equipo y la inteligencia colectiva para la innovación social puede crear proyectos transformadores».
Con la investigación previa supieron que «los ingresos diarios de los pilotos de mototaxis alcanzan como mucho 25 o 30 euros diarios, pero cada día están gastando 10 en combustible para moverse no más», a lo que hay que añadir el mantenimiento y la depreciación del vehículo: «si sumas todo, ves que casi están trabajando para perder dinero». En efecto: demasiado importante para dejarlo pasar.
Innovación frugal
Lógico en una organización que a los talleres colaborativos, el diseño sostenible y la sostenibilidad aplicada, suma el concepto de innovación frugal. Hace referencia al diseño, producción y sostenibilidad enfocados a la creación de productos y servicios para comunidades que no son objetivo del mercado.
Aun en fase de proyecto, tienen lista de espera para clientes de Guatemala, Honduras y El Salvador, que quieren modificar sus vehículos. «Nuestra meta es hacer 1.000 conversiones en los próximos 3 años, con kits accesibles para mototaxis que ya están ahí y que puedan montar los propios pilotos».
Además, «estamos desarrollando prototipos para otros usos: ambulancia, bombeo solar en riego agrícola, cargador para celulares en espacios públicos, centro de impresiones en escuelas y universidades y para gestión de residuos en áreas urbanas.
«Vamos con mucha cautela», por lo que asignarán los 44.000 dólares de una ayuda del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) y los 22.000 del premio en un certamen de innovación ambiental a nivel de Latinoamérica a financiar la investigación de los nuevos prototipos.
El proyecto incorpora los conceptos de innovación frugal y ecodiseño.
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