Persecución religiosa
Asesinato del prior de Torreciudad don José Muzás Lalueza
Desempeñó su ministerio sacerdotal en diferentes localidades, pero fue en Torreciudad donde sintió “la dicha más grande” al poder dedicar a su ermita “la vida que me queda”, le escribió al obispo de Barbastro
Muchos pueden conocer el actual santuario de Torreciudad, que se inauguró el 7 de julio de 1975. Pero pocos sabrán la historia del último prior residente de la ermita de Torreciudad, don José Muzás Lalueza. A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, Torreciudad era uno de los tres santuarios supracomarcales de la diócesis de Barbastro: Guayente al Norte; Torreciudad en el centro y El Pueyo al Sur, a cuatro kilómetros de Barbastro. Entonces como ahora, era un lugar apartado, de difícil acceso, que dependía del párroco de La Puebla de Castro y hoy administrativamente depende del municipio de Secastilla (1). Muchas personas acudían a rezar y a confesarse, de tal forma que se consideraba al prior “como un casi penitenciario de la comarca”.
Es en esta localidad de Secastilla donde nació don José Muzás, el 10 de marzo de 1872. Se ordenó de sacerdote en la catedral de Barbastro y su primera misa la celebró en la iglesia de Secastilla el 23 de marzo de 1897. En su primera misa estuvieron muchos sacerdotes, entre ellos el entonces prior de Torreciudad don Lorenzo Villar. Don José desempeñó su ministerio sacerdotal en diferentes localidades; en 1929 tomó posesión del curato de Aler –próxima a Benabarre, pero también cercaba a Graus-, donde le tocarán los días malos de la Segunda República. A don José Muzás le gustaba la vida solitaria y por eso intentó ser cartujo, pero la cosa no fue bien y tuvo que reintegrarse como sacerdote diocesano. Años más tarde escribió al obispo de Barbastro diciéndole que para él “la dicha más grande poder dedicar la vida que me queda al servicio de Nª Sª de Torreciudad” (carta de 20-IX-1932). También en esta carta, informa al obispo de la escasa contribución de los feligreses de Aler para con el sostenimiento del Cura.
Unos meses después escribe desesperado al obispo diciéndole que sus feligreses de Aler no están dispuestos a colaborar económicamente con el sostenimiento del culto y su sacerdote. El 1 de enero de 1934 se le nombró prior de Torreciudad, que se encontraba muy próximo a Secastilla siguiendo un sendero.
Esa zona de la baja Ribagorza tenía como capital natural a Graus que, junto con Benabarre, eran las poblaciones más importantes. En Graus triunfó el movimiento revolucionario el mismo sábado 18 de julio de 1936 y al día siguiente en La Puebla de Castro, con un grupo importante de anarquistas. La presencia de los milicianos armados controlando todos los movimientos, haciendo requisa de armas a los de derechas, fue ya la constante. El párroco de Secastilla don Carlos Carlá abandonó la población y se marchó al bosque, donde estuvo vagando varias semanas y llegó a coincidir en algún momento con don José Muzás. Las iglesias y ermitas comenzaron a ser profanadas, saqueadas e incendiadas. El día de Santiago eran varias las columnas de humo que se alzaban, día y noche, en medio del sofoco del verano.
También don José Muzás huyó y dejó abandonada la ermita a su suerte. Se marchó con unos familiares al pueblo cercano de Bolturina. Después de permanecer cinco días con ellos y ante el riesgo grave que suponía el ocultar a los sacerdotes, decidió marcharse a una caseta próxima cerca de Ubiergo. Allí le pasaban el alimento sus familiares. Esto seguía entrañando un gran riesgo y además, don José debió madurar la idea de que si debía morir siendo mártir, testigo de Jesucristo, lo sería. Se conserva la declaración de su sobrino Antonio Muzás Rausa del año 1941. En ella dice que “después de estar oculto aproximadamente un mes, se presentó al comité de Graus, siendo detenido por los miembros del Comité y fusilado”. Considera responsables de su asesinato a todos los del Comité de Graus. En el Estado número 1 de Secastilla, de 17-X-1940, se lee que se refugió en Secastilla, “y luego oculto por los bosques, perseguido por el Comité local, se trasladó a Graus”, presentándose al Comité. La responsabilidad se la atribuye a los miembros del Comité de Secastilla, los mismos que detuvieron a los sacerdotes don José Sorribas y don José Sesa. Estos son: Melchor Miranda Buil, Manuel Cosialls Torres, Eugenio Girón Miranda, Lorenzo Cosialls, Blas Perallón, Sebastián Miranda, Juan Manuel Labazuy, Manuel Labazuy y José Pérez Abadías.
Esta detención del prior de Torreciudad don José Muzás Lalueza tuvo lugar en torno al 17 de agosto. Ese mismo día se le llevó a la cárcel de Graus. Sobre su detención escribe don Santos Lalueza: “Al llegar a una guardia, ya pasaba de largo y alguien le reconoció. Entonces, la guardia le pidió el salvoconducto, a lo que él, mostrando un crucifijo, contestó: “Este es mi salvoconducto para el cielo””2.
Cinco días más tarde, en madrugada del 22 de agosto, se le asesinó en el cementerio de la localidad, como a otros muchos a lo largo del mes de agosto. Con él se asesinó a otros sacerdotes, entre ellos, don Francisco Monclús, don José Sesa y don Victorián Tena. De dos de éstos hay certeza de que murieron gritando “¡viva Cristo Rey!”. Eso hace verosímil que don José Muzás también repitiera esa exclamación, auténtica jaculatoria. Hoy se encuentra en el proceso de beatificación que va a comenzar el obispado de Barbastro-Monzón.
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