"España es diferente"
El desarrollismo español fue el periodo de mayor crecimiento económico y transformación social de la historia de España. Aquellos años sesenta y setenta fueron de intensos cambios, el nivel de vida del ciudadano medio español se equiparó a los de la Europa occidental y determinarían un aperturismo político que fuese confluyendo con las democracias vecinas. El espíritu europeísta se irá fraguando desde el propio régimen, desde los primeros momentos del franquismo, pero tomará cuerpo a través de un organismo poco conocido, el CEDI, que a través de las relaciones humanas favorecerá la integración lenta, pero progresiva de España en las instituciones europeas occidentales.
El Centro Europeo de Documentación e Información (CEDI) se constituyó en 1952 para incentivar relaciones entre España y la Europa occidental, tomando el modelo exitoso que previamente se habían desarrollado en el espacio de la Hispanidad. Este organismo sirvió para originar y fomentar el espíritu europeísta en una España que utilizaba como lema turístico “España es diferente”. Sin embargo, los hombres de Luis Carrero Blanco impidieron que el partido único obtuviese mayor protagonismo y favorecieron el proceso de reforzamiento de las instituciones para una futura monarquía, heredera del régimen caudillista. El desarrollo económico y la reforma institucional equiparaban a España a los niveles de los países europeos democráticos. El CEDI sería el puente que pondría en relación a España con los sectores conservadores de los países europeos occidentales. Aquel organismo fue valiosísimo para obtener presencia y un acuerdo favorable con la CEE. No obstante, con la llegada de la democracia el CEDI dejó de ser visto como un instrumento de interés para nuestra política internacional, que pudiese tener una función complementaria de nuestro profesional servicio diplomático.
El final de la Segunda Guerra Mundial, con la derrota final de las fuerzas del Eje condenó a España al aislamiento internacional, a causa de su amistad con los regímenes fenecidos. El 27 de febrero de 1946, Francia cerró su frontera pirenaica y se procedía a un fuerte ataque en la ONU contra España. Este aislamiento será combatido por el ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín Artajo, a través de la denominada política de sustitución. Se favoreció una diplomacia cultural, con la creación del Instituto de Cultura Hispánica en 1945 y en 1954 del Instituto Hispano-Árabe de Cultura. En este campo, España se relacionó con los países hispanoamericanos, por la relación de sangre, lengua y religión a través del discurso de la Hispanidad; pero también con los países árabes por la tradicional amistad forjada con ellos. A nivel europeo, Alberto Martín Artajo, como ministro de Asuntos Exteriores, propició el diálogo en España de los elementos más conservadores del catolicismo europeo, y Alfredo Sánchez Bella, director y fundador del ICH, habló con europeos de Pax Romana, que era la organización de las Federaciones de Estudiantes Católicos Universitarios que habían fundado en 1921 para favorecer el diálogo entre los universitarios católicos de diferentes países.
El nuevo organismo ideado por el político valenciano será el CEDI (Centro Europeo de Documentación e Información) que, como el Instituto de Cultura Hispánica, recibirá ayuda económica del ministerio de AAEE, y después también, del de Información y Turismo y de la Secretaría General del Movimiento. El CEDI reunía a europeos católicos, evangélicos y ortodoxos que criticaban las posiciones nacionalistas confrontadas que habían llevado a Europa al desastre, pero también los universalismos multiculturales, siendo defensores de concluir la labor de la Cristiandad, mediante la formación de un orden internacional tradicional, basado en una Europa cristiana de las naciones.
Como órgano rector, fueron elegidos en 1957, como presidente, el archiduque Otto de Habsburgo; como vicepresidentes, el ex ministro Alberto Martín Artajo; el francés, conde de la Noe y el alemán, príncipe de Waldburg; como tesorero, el belga, conde de Limburg-Stirum y como secretario general, el marqués de Valdeiglesias. En 1961, el archiduque Otto de Habsburgo pasó a la presidencia honoraria, que detentará siempre, ocupando su cargo, políticos europeos de gran relevancia. La buena posición política que los miembros del CEDI tenían en los ejecutivos europeos, ayudaron a que Francia y la RFA apoyasen la asociación de España a la CEE, e intensificasen la cooperación militar hispano-francesa, culminada en 1965 con la firma de los acuerdos de defensa aérea entre Madrid y París, que abonaron la imagen de un eje París-Bonn-Madrid. De esta forma, el CEDI se situaba en el centro del nuevo poder europeo y mantenía una posición de privilegio en España, principal soporte económico de la entidad europeísta. El CEDI defendía disponer de delegaciones nacionales en Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Italia, Suecia, Portugal, Grecia, Liechtenstein, Irlanda e Hispanoamérica.
En 1975, en el XXIV Congreso Internacional del CEDI, una de sus últimas actuaciones públicas, que tuvo como lema: “Avance soviético, repliegue norteamericano, resistencia europea”. Los sucesos revolucionarios de Portugal y el fin del régimen en España empujaban al CEDI a proclamar su fe en la democracia y a proclamarse la casa común de los anticomunistas, como liberales, democristianos, socialdemócratas e incluso socialistas no marxistas. Sin embargo, la nueva España democrática no estaba dispuesta a seguir subvencionando aquel aparato internacional que la relacionaba con el pasado franquista y Adolfo Suárez prefirió dejarla morir. En 19821 el CEDI desaparecía definitivamente sin posibilidad de sostener ni el alquiler de su oficina central. La desaparición del CEDI fue suplida por la Unión Internacional Demócrata, fundada en 1983 por Margaret Thatcher, George Bush (padre), Helmut Kohl y Jacques Chirac, pero sin el papel relevante y director que había llevado España hasta aquel momento.