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La Guardia Civil levantará el suelo de Mercadona para buscar a María Piedad

El Juzgado número 5 de Móstoles ordena retirar las baldosas del supermercado de Boadilla del Monte que arregló la ex pareja de la joven y principal sospechoso del caso, al día siguiente de la desaparición, en 2010.

La madre de María Piedad sostiene una camiseta con la foto de su hija
La madre de María Piedad sostiene una camiseta con la foto de su hijalarazon

El Juzgado número 5 de Móstoles ordena retirar las baldosas del supermercado de Boadilla del Monte que arregló la ex pareja de la joven y principal sospechoso del caso, al día siguiente de la desaparición, en 2010.

Ya han pasado siete años y dos meses desde que se perdió el rastro de María Piedad García Revuelta pero su familia no pierde la esperanza de encontrar alguna pista que arroje algo de luz a lo que pasó la madrugada del 12 de diciembre de 2010 en Boadilla del Monte. Con este ánimo acudieron, hace justo un año a la asociación SOS Desaparecidos, ya que el juzgado que llevaba la instrucción del caso, el número 5 de Móstoles, decidió archivarlo cuatro años después del suceso al no encontrar la Guardia Civil indicios sobre su paradero.

En febrero del año pasado, un equipo de criminólogos se puso manos a la obra y, después de analizar el sumario con lupa y hacer trabajo de campo (recorrieron lugares clave y se entrevistaron con personas clave) elaboraron un informe que fue presentado al juzgado el pasado mes de junio por el abogado de la familia. Solicitaban a la magistrada la práctica de 16 nuevas diligencias que podían reabrir el caso, según avanzó este diario en julio. De todas, la jueza sólo aceptó una que, en realidad, es la más importante: levantar parte del suelo del almacén del Mercadona de Boadilla donde el principal sospechoso de la desaparición de Piedad, su ex pareja y padre de su segundo hijo, era encargado de mantenimiento. Esta línea de investigación baraja la posibilidad de que Javier Sánchez Toledo pudiera ocultar bajo las baldosas alguna prueba incriminatoria. No obstante, como el principal sospechoso está fallecido –se quitó la vida tres días después de la desaparición– los investigadores sostienen que no serviría de gran ayuda encontrar una prueba incriminatoria ya que a él no se le va a poder juzgar. Lo único que serviría es encontrar algún indicio que llevara a los agentes hasta Piedad.

La base para solicitar el levantamiento de parte del suelo del almacén se sostiene en el hecho de que al día siguiente de la desaparición de la mujer, Javier estuvo en este supermercado, donde también trabajaba de cajera María Piedad, después de haberse llevado las llaves el mismo día de la cena.

Allí permaneció dos horas, según el posicionamiento de su teléfono y según captaron las cámaras de seguridad. Estuvo cambiando cuatro baldosas en el almacén, situado en la planta baja, según fuentes de la investigación. Las imágenes del interior del supermercado –que curiosamente tenía desactivada la alarma de seguridad desde el sábado por la noche– muestran a Javier entrando y saliendo del almacén, hasta donde se puede acceder desde el muelle sin que ninguna cámara le capte. Antes de irse, el sospechoso apaga y enciende la luz en repetidas ocasiones y también se le aprecia, a oscuras, con un carrito, según las mismas fuentes. Cuando sale del almacén se va a su cuarto de mantenimiento (una planta más arriba) y es allí donde, supuestamente, se corta con la radial, a pesar de que en esa estancia no tenía que hacer obra alguna.

Gráfico que ilustra cómo fueron las últimas horas de María Piedad antes de desaparecer

La jueza Beatriz Martínez ha enviado un auto a la Policía Judicial de la Guardia Civil ordenando que levanten parte del suelo del almacén, tal y como pide la familia tras el estudio criminológico. Esta prueba podría llevarse a cabo en los próximos días en presencia de la letrada de la Administración de Justicia y tras acordar el mejor momento con la empresa, que siempre ha puesto todos sus medios al servicio de esta investigación.

Aunque serán los agentes de Científica quienes llevarían a cabo la inspección en el almacén del supermercado, para picar esa parte del suelo causando el mínimo destrozo posible, se necesitará ayuda externa. En este caso podría ser la empresa de servicios que tendría contratada el supermercado para realizar pequeñas obras o arreglos, los encargados de realizar esta labor. Al parecer, cuando los agentes inspeccionaron en su día este escenario –Mercadona fue clave en la investigación ya que allí trabajaban los dos– miraron el conducto del aire y parte del suelo pero no se levantaron esas baldosas que supuestamente cambió Javier al día siguiente de la desaparición de su ex novia. Una obra realizada por el sospechoso, cuanto menos, extraña.

El empeño de la familia

Los investigadores esperan que todo esto sirva para dar con algún indicio y que reabrir esta pequeña esperanza en la familia de la desaparecida, especialmente en su madre, no sea en vano ni acrecente su dolor. Toñi, la madre de Piedad, es probablemente la que peor lo ha pasado en todo este tiempo, quien mantiene la esperanza de encontrarla con vida y quien ha tenido que sacar adelante a los dos hijos de la desaparecida. El mayor tiene ya 16 años y el pequeño siete. Este último se quedó con sólo seis meses y en apenas dos días huérfano de padre y madre, ya que su progenitor y principal sospechoso del caso, decidió colgarse de una torre de alta tensión en una zona montañosa de San Lorenzo de El Escorial tras sentirse supuestamente acorralado. Tres días después de la desaparición de la joven, el cuerpo de Javier fue hallado por unos ciclistas, que pasaban por una zona boscosa del municipio serrano. No dejó ninguna carta ni confesión; sólo interrogantes.

Tras la desaparición de su ex pareja llegó a asegurar a la familia de María Piedad que él la había dejado en el portal de casa sobre las 4:10 horas de la madrugada pero la investigación posterior aprecia mala fe en él porque, por ejemplo, llegó a bajarse una aplicación para programar llamadas desde su móvil. Javier lo programó para llamar a su ex pareja desde las 5:00 horas de la madrugada de los hechos: primero cada cinco minutos, luego cada media hora y luego cada hora.

Antes de que el principal sospechoso tirara el móvil y se perdiera para siempre su seguimiento GPS, estuvo localizado en casi todo momento y se sabe dónde le posicionaba su teléfono. Lo siguiente que se supo de él fue cuando se encontró su cuerpo ya sin vida en la sierra.

Aquella noche habían estado de cena de empresa de Navidad. Tras cenar todos los compañeros del Mercadona en un mesón castellano, fueron a tomar unas copas a un karaoke de la avenida Siglo XXI de la localidad. Cuando Piedad se iba a ir a casa, Javier (su ya ex pareja y padre de su segundo hijo, que entonces sólo tenía nueve meses) la convenció para acercarla con el coche. Al ver su madre que era por la mañana y que no había regresado a casa, llamó a su hija y a su ex yerno. Tras las ambiguas explicaciónes de Javier, la madre decidió denunciar su desaparición. La Guardia Civil buscó a María Piedad en decenas de escenarios. El pueblo de Boadilla se volcó con este caso, que conmocionó a sus vecinos, pero la falta de pistas llevaron al archivo judicial de la desaparición, que, aunque no significa que los agentes hayan aparcado el caso, sí dejó a la familia desolada.

Cuando se cumplieron siete años de su desaparición, hace ahora casi un año, el entorno de María Piedad acudió a SOS Desaparecidos. Además de difundir el cartel de «Desaparecida», su equipo de criminólogos revisó los flecos sueltos, volvieron a los lugares clave del caso para realizar un perfil geográfico y conversaron con el entorno de María Piedad y Javier en busca de nuevos indicios de una investigación que se materializó en casi 1.000 folios de sumario repartidos en tres tomos. El resultado fue la presentación de un informe en el juzgado en el que le solicitaban la práctica de 16 diligencias, de las que el número 5 de Móstoles ha decidido atender una de ellas.