Julián Herrero

«Mediterráneo», contra el «procés»

Serrat vuelve a sus orígenes en su nueva gira, esta vez en solitario. El artista se adelanta tres años a la celebración del 50 aniversario del lanzamiento de uno de sus discos «fundamentales»

Joan Manuel Serrat
Joan Manuel Serratlarazon

Serrat vuelve a sus orígenes en su nueva gira, esta vez en solitario. El artista se adelanta tres años a la celebración del 50 aniversario del lanzamiento de uno de sus discos «fundamentales».

Pocos artistas quedan en España con la fuerza mediática de Serrat. Convoca a la Prensa y desborda la Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes con medios de este y del otro lado del charco. Hasta la bandera. Aparece en escena el artista, nube de fotógrafos oportuna, revuelo, disparos, flashes... y comienza el «show». Falla el micrófono, ni se inmuta, espera a que le den otro: «Es una buena idea. No hay nada como discurrir», ironiza sobre una situación que controla al 100%. Ahora sí. Está en la capital –porque así se lo han propuesto, reconoce, no busquen asuntos políticos– para presentar «Mediterráneo da capo», la gira –de abril de 2018 a marzo de 2019– con la que va a homenajear uno de los discos «fundamentales» de su carrera: «Un cambio hacia la modernidad. Cuando lo acabé no sabía ni lo que había hecho. Era una época de mucha fluidez en el trabajo y de muy buen resultado de las canciones, pero no me podía imaginar que iba a ser el éxito que fue, menos viniendo de un disco tan poderoso como el de Machado, que fue un récord de ventas».

Aprovecha así «una fecha muy redonda», dice del 47º aniversario del lanzamiento, para regresar a los orígenes. «Da capo», «un término musical italiano que significa “volver al principio”», explica el cantante de unos conciertos que sonarán «con los arreglos de la primera grabación». Por qué esperar a cumplir el medio siglo para celebrar: «Me anticipo por si no tengo aire para soplar las velas entonces», reconoce Serrat a sus 74 primaveras. Edad a la que se muestra con la «ilusión renovada para salir a las carreteras y mares en solitario», aunque ya se le «acorten los plazos»: «Hace 50 años todo parecía infinito. Ahora ya no, es finito y sumamente delicado». Con ello en la cabeza ha dibujado un espectáculo en torno a las diez canciones de «Mediterráneo» (1971), que aderezará con «otras, no todas conocidas y algunas sorprendentes». Sin dar más pistas «porque si no dejarían de ser sorpresas», comenta de un montaje «que mutará y crecerá» con el paso de las citas y que todavía no tiene decidido porque le «divierte» la incertidumbre. Mientras, Serrat solo pide una cosa: «Llegar al final en aceptables condiciones». Terminó así su introducción de ayer para dar paso a que los asistentes le acribillen con «todo tipo de temas». Y todos los que estamos allí, y los que no, sabemos a qué temas nos referimos. Comienzan, le molesta el ruido del micro, así que decide irse al cara a cara. Se levanta, abandona la tarima y se va junto al que pregunta.

Mejor cara a cara

Primera cuestión, «la resaca catalana». Ríe: «¿Resaca? Ninguna, porque sigue la fiesta. Cada día me encuentro con una noticia más sorprendente. Pasamos de no tener presidente a la opción de que haya dos y en este momento ya no sé dónde están. Ahora deben seguir mareando la perdiz y al final los que se van a marear van a ser ellos porque no terminan de reconocer la salida. El independentismo está en un “cul-de-sac”, pero eso no significa que se haya acabado porque ha existido, existe y existirá, no sé de qué forma», reflexiona. A su entender, «formaciones como ERC pretenden retirarse de la Bolsa y esperar otro tiempo para seguir, mientras que JxCat y la CUP tienen la pretensión de llevar la investidura a Puigdemont, quien está siendo intransigente con su pretensión de ser presidente de Cataluña», completa. El capítulo de Tabarnia sale a colación y el catalán responde: «Es una “performance” muy del estilo de su honorable presidente, Albert Boadella. Es un acto satírico que está en su forma de entender el teatro. La dramaturgia está en la vida, él la saca a la calle y hace este espectáculo».

¿Cómo encaja «Mediterráneo» con todo lo que está sucediendo hoy en esta zona? «Las referencias estarán de una forma simple y concreta y no para hacer un instrumento a manejar –responde–. He escrito canciones por la situación del hombre que cruza el mar para llegar a un lugar en el que vivir mejor y probablemente estarán porque es un Mediterráneo de gloria y miseria. No se puede contar solamente una cosa». Aunque «no he escrito canciones para dar mensajes, sino para acompañar», zanja.

Van cayendo las preguntas, «aquí», y Serrat de acerca; «a sus doce», se traslada el artista; «al fondo», para allá que va... ¿De salud? Bien, «si creyera que no puedo no lo haría porque no tengo ninguna gana de hacer el ridículo». ¿Alguna canción dedicada a su familia? Ninguna: «Esta relación no pasa por dedicar canciones, sino por la condición de esposo, abuelo, padre...». Va de un lado a otro. Los presentes se pisan, se cuelan, le persiguen por la sala. Descontrol que aprovecha la televisión pública para hacer un directo y «apropiarse» del cantante en plena rueda. Cada cual quiere su «momento Serrat». Le preguntan por la reivindicación femenina y se muestra de su lado, aunque luego se le escapen trazas de otra época cuando se le interroga por la presencia de actores secundarios en la gira: «Habrá invitados si usted viene y hace el “striptease” que hizo en la Galileo Galilei», pronuncia ante el desconcierto de una sala que carcajea y aplaude cada paso. Más palmas para terminar y cacheo a la salida para, por ejemplo, comprobar que nadie se lleve una pizca de la magia del protagonista.