Los regantes advierten: la agricultura en el mediterráneo está en quiebra

El enfado generalizado de los regantes tras el anuncio de no trasvasar agua del Tajo al Segura para regadío en diciembre hizo explotar ayer, nuevamente, al presidente del Sindicato Central de Regantes Scrats, Lucas Jiménez, quien criticó cierta «prepotencia» por parte del Gobierno central, y advirtió que con la decisión del Ministerio para la Transición Ecológica del trasvase cero, «toda la agricultura en el Mediterráneo quiebra».

«Teníamos unas previsiones muy ajustadas a las reglas de explotación del trasvase, detalladas para que no faltara agua. Los técnicos dicen que se puede trasvase, y el Ministerio hace lo contrario», lamentó.

Tras anunciar futuras movilizaciones como protesta por la decisión del Gobierno central, y amenazar con dejar de pagar el «tasazo» que se impone a la agricultura como contraprestación por los servicios de la infraestructura, Jiménez aseguró que todas las previsiones «han quedado rotas, porque se argumenta que nuestro regadío perjudica al Mar Menor».

Así, precisamente, se lo trasladó al delegado del Gobierno en la Región, Francisco Jiménez, y según el presidente de Scrats, «no nos ha sabido reconfortar en nada, así que seguimos adelante y propondremos movilizaciones».

Y es que la paciencia de los regantes, explicó, ha llegado a su fin, especialmente después de que asumieran que en noviembre tampoco habría agua para el regadío. «Les dimos la confianza el mes pasado con el trasvase cero», pero ahora lo han vuelto a repetir.

Incluso, el presidente de la Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena, Manuel Martínez, expresó su rechazo al trasvase cero porque, a su juicio, «no beneficiará en nada al Mar Menor». «El argumento de la contaminación difusa a la laguna salada es peregrino y un diagnóstico erróneo y nos utiliza de chivo expiatorio frente a todas las comunidades de regantes del Levante español, que nada tienen que ver con el Mar Menor, ni siquiera están próximos».

De hecho, esta comunidad de regantes incidió en que la decisión «no va a salvar al Mar Menor, sino todo lo contrario». A su juicio, al reducir considerablemente los recursos hídricos de calidad (es decir, con baja salinidad), hará imposible que los regantes puedan aprovechar el agua con alta salinidad de las depuradoras y la captada del bombeo del Albujón. «Al no disponer de agua de calidad, no podremos usar aguas subterráneas, lo que provocará la subida del nivel freático y, por consiguiente, su descarga en el Mar Menor».