Música
Se va la voz de Roxette tras 17 años de lucha contra el cáncer
La cantante había padecido terribles secuelas por el tratamiento y batió las previsiones de supervivencia que le concedían los médicos
Tengan aquí una clave periodística: cuando se escribe «falleció tras una larga enfermedad» en los medios se quiere evitar la palabra cáncer. En este caso el eufemismo se ajusta a la realidad: tras nada menos que 17 años de lucha contra un tumor cerebral, la vida de Marie Friedriksson se apagó ayer a los 61 años. La cantante de Roxette ya había batido los mejores pronósticos de superviviencia contra una enfermedad que la había arrastrado a un calvario de medicación y duras secuelas (entre ellas, la pérdida de memoria y de capacidad verbal) a las que se había sobrepuesto mediante la música, en un proceso de superación que la cantante había relatado en sus memorias, editadas recientemente en España: «Listen to my heart» (Libros Cúpula), que toma prestado el título de uno de los grandes hits del grupo, que representaron la quintaesencia del sonido del rock de radiofórmula de los años 90.
Fredriksson formó con su compañero artístico Per Gessle un dúo que representó esa época a la perfección. Baladas para el fin de la historia, canciones de amor absoluto y batería con sordina, vídeos musicales que eran un canto a la eterna juventud y a la rebeldía socialdemócrata. El dúo compuso temas infalibles como «It Must Have Been Love» o engañosamente rebeldes y peligrosas como «The Look», que, en su día, inspiraban a la mentalidad adolescente, aunque a los ojos del presente les produzcan más ternura. Pero, desde su publicación, «Listen To Your Heart», «Sleeping in My Car», «Spending My Time» o «Dressed For Success» batieron todos los récords de horas de radio y hasta ayer alguna de ellas superaba las 150 millones de reproducciones en Spotify. Es de suponer que las emisoras de culto a la nostalgia las vuelvan a rescatar para las próximas programaciones y durante estos días haya gente tarareándolas.
La escuela sueca
En todo caso, el encanto del dúo era irresistible como lo sigue siendo para la Europa meridional la democracia nórdica.Fredriksson y Gessle mantuvieron la ilusión de ser siempre jóvenes y cuerdos. Nunca ambicionaron de más ni se creyeron genios. Hacían buenas canciones como lo que eran: nuevos máximos exponentes de la escuela sueca, una denominación de origen de hacer canciones que abarca desde los sesenta hasta los productores de la EDM en el nuevo milenio.
Sin embargo, la vida se volvió cruel con Marie Fredriksson, una mujer de clase trabajadora que no tuvo fácil abrirse camino música y que recibió la fatal noticia en 2002. Los médicos le dieron un año de calvario y vaya que si lo fue, aunque por mucho tiempo más. La cantante soportó diversas operaciones y sesiones de radioterapia, disminución de la visión de un ojo, grandes dolores y la pérdida de capacidades mentales como la memoria o el lenguaje. Olvidó sus canciones y su hijo le ayudó a recordarlas. Le fallaron las piernas, y, de hecho, tuvo que cantar sentada durante algunos conciertos, pero no le falló la voz, pues trató de mantener las actuaciones en la medida de lo posible, desde su vuelta en solitario en 2007 y con el grupo en 2011. Fredriksson incluso tuvi tiempo de cantar victoria públicamente contra la enfermedad y realmente parecía que había vencido al cáncer. Pero nunca se puede estar seguro con un enemigo tan tricionero.El grupo volvió a publicar nuevos trabajos pero en 2016 el estado de salud de la vocalista volvió a empeorar. «El tiempo pasa volabndo. No hace tanto que Marie y yo estábamos en mi pequeño apartamento de Halmstad, escuchando la música que amábamos, compartiendo sueños que parecían imposibles. menudo sueño llegamos a compartir. Gracias, Marie, gracias por todo. Gracias por pintar mis canciones en blanco y negro con los colores más hermosos», escribió como epitafio.
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