Crítica de cine

«No soy nada»

Dirección: Rafael Gordon. Guión: Rafael Gordon. Montaje: Julia Juániz. Intérpretes: Miguel Torres, Julia Quintana.España, 2012. Duración: 82 minutos. Drama histórico.

«No soy nada»
«No soy nada»larazon

A menudo hueso decide hincarle el diente Rafael Gordon («La mirada de Ouka Lele», «Bellos suicidios»...), y de qué manera. El que pretende roer se llama Benito Mussolini, de cuya vida recrea las últimas horas antes de su ejecución junto a Claretta Petacci, la amante del Duce. Y, la forma elegida, un apenas interrumpido monólogo del dictador en el que refleja las contradicciones, los miedos también, del hombre y el mandatario. Una elocuente cita de la «Divina comedia» («El suplicio de los violentos») abre la película, adaptación de la obra de teatro homónima, de ahí la rigidez de un filme que suena a veces un tanto impostado, y en el que el feroz Mussolini divaga sobre la obsesión por conquistar Europa («dominar a los demás, ¿existe un mayor placer en este mundo?»), por la guerra («menos cuadros en los museos y más banderas de los enemigos») y la muerte («es sólo la paz», dice para aceptar la propia al cabo), aquella que él provocó a tantos millones de inocentes. Y habla de quienes odia, de Hitler, de la burguesía, de la Iglesia y la propia Italia, formada por «una raza de ovejas». Un espejo deforma a los personajes mientras llega la última hora y aquel terrible personaje explota: «No soy nada, nunca lo fui». Pero por desgracia no era cierto.