Opinión

Ferrer i Guardia

Cobrador de tren y pedagogo autodidacta sin titulación, fue el fundador, en 1901, de la Escuela Moderna, un proyecto de pedagogía libertaria que pretendía destruir el estado burgués. Pertenecía a una familia de pequeños propietarios rurales, muy católicos y tradicionalistas. Casado con Teresa Sanmartí, de gran belleza y mucho carácter, tuvo cinco hijos. El 12 de julio de 1894, su mujer intentó asesinarlo debido a los malos tratos psicológicos a los que la sometía y fue condenada a 1 año de prisión, Ferrer decidió separarse de su mujer y envió a sus hijas a Australia con un familiar.

Militante del Partido Republicano de Ruiz-Zorrilla, apoyó en 1886 el golpe de estado militar que pretendía proclamar la República, pero al fracasar tuvo que exiliarse en París. Su ideario se resumía con su grito de guerra: «¡Viva la Dinamita!». Sobrevivió enseñando castellano y en Francia concibió los preceptos educativos anarquistas que después aplicaría en España. Recibió una generosa herencia de una antigua alumna católica, Ernestina Meunier, cuya muerte siempre se ha creído que fue inducida por Ferrer Guardia para con la herencia llevar a cabo su proyecto en Barcelona.

En 1906 Mateo Morral, traductor y bibliotecario del centro educativo de Ferrer Guardia, perpetró el atentado frustrado contra Alfonso XIII. Ferrer instruyó a Morral manipulando la relación sentimental que mantenía con su amante Soledad Villafranca para cometer el regicidio. Esto tuvo como consecuencia el cierre de la Escuela Moderna y varios meses de encarcelamiento, al cabo de los cuales fue absuelto. El 13 de octubre de 1909 fue ejecutado en la prisión del castillo de Montjuïc, acusado de haber sido el instigador de la Semana Trágica de Barcelona, acusación incierta pues él fue un mero espectador. Como lo describe el artículo «Francisco Ferrer Guardia y la pedagogía Libertaria» de Ángel J. Cappelleti, Ferrer fue una víctima perfecta: «Era un hombre más bien tímido, de carácter reservado y hasta huraño, con pocos amigos, sin cualidades de líder y sin grandes vinculaciones políticas». Poco después de su muerte se abrieron en todo el mundo diversas Escuelas Modernas inspiradas en su pedagogía. A consecuencia de su procesamiento y ejecución. The Times dijo: «Por negligencia o estupidez, el gobierno ha confundido la libertad de instrucción y conciencia, el derecho innato a razonar y expresar su pensamiento, con el derecho de oposición, asimilándolo a una agitación criminal». Y William Archer afirmó: «Toda la vida activa de Ferrer habría hecho menos daño al catolicismo español que lo que le hace en la actualidad la mera mención de su nombre». Su muerte lo convirtió en un mártir para las izquierdas. Ferrer i Guardia es actualmente un símbolo de la escuela catalana. Así todo.