Opinión

Hombre tenías que ser

Es la desgracia por la que arderemos en el infierno. Las buenas causas, la justicia, las luchas que un día parecieron inadvertidas acaban en la papelera de la política, esa expresión que se lleva ahora mucho pero por otros derroteros.

Lo vivimos estos días en cómo abordar la igualdad entre hombres y mujeres. Los medios incluso ofrecemos encuestas como si se dudara de que se trata de un asunto en el que existe un consenso social y hay quien empuja a sus trabajadoras a la huelga con más o menos arte para recoger mañana el retrato de otro negocio.

Se puede o no estar de acuerdo con los paros. Lo que es inadmisible es que se diga de los (y las) que no lo apoyan o proponen otros métodos para alcanzar las mismas metas que tienen «falta de respeto» hacia las mujeres. Pasamos de la falacia del heteropatriarcado a la dictadura del matriarcado. Sin que escampe siquiera un poquito.

Las mujeres y los hombres deben sentirse libres para reivindicar un día importante sin que te estén martilleando el cerebro con acusaciones más o menos veladas sobre un supuesto machismo. O eres machista y lo disfrutas, o eres machista y no lo sabes, que no saben lo que es peor. Bueno, hay algo peor y es que seas mujer y encima no quieras hacer huelga.

Esas merecen una hoguera o una paliza como hace unos días declaró una actriz que no será señalada por apología de violencia de género sino que se sentirá orgullosa de abrir el camino a las nuevas generaciones hacia el precipicio.

Los hombres nada tenemos que decir, salvo algunas memeces y entre las entrevistas que encienden las ondas no hay ningún varón maltratado o víctima de algo. Sólo verdugos, babosos, sátiros o crueles tienen derecho a un titular.

Lo demás se mece en la espuma de los días por donde reman las McDormand y las caudillas de la izquierda española a las que habría que preguntarles que si llegamos hasta este ridículo momento por qué no aprovechan para dar un golpe de Estado y derrocar a los señores que las colocaron en sus puestos.

Esta exclusión será tan dañina que abrirá otra brecha de la que el mundo femenino no se recuperará. Porque habrá escrito una historia falsa creyéndola verdadera. Y si falla el análisis del problema es imposible hallar una solución que trascienda el grito en la calle de donde los hombres también hemos sido expulsados.