Opinión

Primarias atendidas

Leo que PSOE, Podemos y Ciudadanos habrían pactado la obligación de primarias para elegir candidatos a la presidencia del Gobierno y etc. A todos nos molesta la esclerosis de unos partidos que operan como claqués del líder. Pero la historia tiene tardes de péndulo turboalimentado. No siempre conviene acelerar de cero a cien como un Ferrari. Las primarias, nacidas para evitar la aluminosis de unas elites enquistadas, también funcionan de abrelatas del caballo de Troya. Sirva como ejemplo la presidencia de Trump. O el triunfo del perfecto paracaidista. Lo cuentan Levitsky y Ziblatt, a los que cito mucho estos días, pero porque su How democracies die me tiene hechizado. Armado con medias verdades y un carisma grosero pero evidente desarboló los aparatos tradicionales de los partidos, sus viejas aduanas, hasta dinamitar el sistema por dentro. Esa maratón que todo outsider debía sortear, el examen de los poderes fácticos, los veteranos, los lobbies y los intelectuales. Teóricamente garantizaban la exclusión de un demagogo. Un extremista. Un jeta con el bolsillo y el cuajo esculpidos. A tiempo completo en la lonja de la autopía. Con Trump quebraron las propias primarias, transformadas desde principios de los setenta en ruleta rusa que funcionó mal que bien hasta 2016. Cuando Trump alcanza las elecciones generales. Enfrentado a una Clinton que hablaba del techo de cristal sin reparar en que sus propias zancas eran de vidrio. Entonces fue imparable. De las primarias llegan buenas noticias. También monstruos. Si el sistema de primarias tal y como hoy funciona hubiera existido en los años veinte o treinta no duden que EEUU hubiera sufrido la presidencia de dos antisemitas, admiradores de Hitler y amados por la gente, como Ford y Lindbergh. Aunque quede feo decirlo no está de más acreditar una experiencia previa en la función pública. Qué sé yo, un currículum. Y un discurso sensato. Reformista o no. Siquiera ponderado. Lejos de las soluciones drásticas. De los aullidos sentimentales, el aguarrás intelectual, las piruetas dialécticas y ese aura de hombre, o mujer, visionario, o visionaria, que distingue al buen granuja, o granuja. Las primarias, deseadas y deseantes, pueden ser riel por el que avance el tren del odio. Cuidado con las plegarias atendidas. Las carga el diablo.