Opinión

Horror y asco

Horror, tristeza, pesadumbre, incomprensión... El parricida de Córdoba es blanco y varón. Y merece la cadena perpetua. El asesino de Diana Quer, blanco y varón. Y merece la cadena perpetua. El asesino de Mari Luz, blanco y varón. Y merece la cadena perpetua. Los asesinos de Marta del Castillo, blancos y varones. Y merecen la cadena perpetua. Pero que nadie ose acusar a Ana Julia Quezada de haber asesinado o participado en el asesinato de Gabriel, ese niño maravilloso, listo, y sonriente que toda persona de bien está llorando en estos momentos. El que lo haga es un fascista, un racista y un machista. Porque la sospechosa de haberlo asesinado es mujer, es negra, inmigrante y de izquierdas. «Hay una mujer que está siendo acusada por ser de color. ¡Basta ya de criminalizar siempre al más débil!». «Las Hordas fascistas están condenándola por ser de color». Lo escribe un educador de Podemos. EduFer91 que ilumina su avatar con tres lacitos amarillos. Secretaría Feminismo Podemos. Vocal de Podemos. Habría que explicarle a este Edu que nada importa el sexo, el color, la situación y las ideas políticas de un posible asesino de niños. Lo único que importa es que asesine a un niño. La Guardia Civil sospechó de ella. La siguió. La sorprendió sacando de un pozo el cuerpo embarrado de Gabriel. El cuerpo de un niño de ocho años que empezaba a vivir sus sueños. La Guardia Civil, a distancia, recorrió el mismo camino que la sospechosa, y en la puerta de su casa, bloqueó sus movimientos. En la maleta del coche, un guardia civil halló el cadáver de Gabriel cubierto por mantas. «Afirmativo», dijo entre lágrimas. Nadie detuvo a la sospechosa por ser de color, mujer y de izquierdas. Llevaba el cuerpo de un niño en la maleta de su coche. Del hijo de su amante. Por eso está detenida. Por eso será juzgada. Y por eso se ha reabierto la investigación de una niña que la sospechosa cuidaba en Burgos y murió al precipitarse a la calle desde un sexto piso.

En Burgos participó en las violentas algaradas del barrio del Gamonal. Y nos ofreció una lección de ciencia política. Transcribo su texto de Facebook, con sus faltas de ortografía y su honda reflexión acerca de España: «Enhorabuena burgos...(gamonal)... Por fin tras varios días de lucha el señor alcalde a paralizado definitivamente las obras de la calle vitoria puesto que una persona que no sabe ni hablar en público cuando se le formula una pregunta no debería estar representando a todos los burgaleses es...¡vergonzoso! aunque que se puede esperar de un país donde supuestameste es democrático no entiendo como puede haber monarquia es una contradicción, todo fachada el pueblo importa poco para los señores que nos gobiernan o mas bien juegan con nosotros». La clave está en el supuestameste.

Por supuesto que escribo de una sospechosa de haber asesinado a un niño. La Justicia será la que juezgue y dicte sentencia. Pero de confirmarse su culpabilidad –nadie lleva el cadáver de un niño de un lugar a otro en la maleta del coche después de haberlo sacado de un pozo–, esta mujer merecería no volver a ver la luz de la libertad. Porque no hay nada que justifique el hecho aberrante y perverso de asesinar a un niño. A cualquier niño. Monstruosa crueldad.

Me confieso incapaz de comprender al asesino de un niño. Y no oculto la tristeza y la depresión que me produce la reacción de algunos homínidos putrefactos que intentan camuflar con insultos la podredumbre de sus pensamientos. Algunos, incluso, han celebrado la muerte de Gabriel desde la irracionalidad de su odio.

Todo termina de suceder. Pero nadie se engañe. Que la principal sospechosa de haber asesinado a un niño sea mujer, de color y de izquierdas carece de valor y de importancia. Es la vida segada de un pequeño inocente lo que nos hiere e indigna. No a todos, por desgracia. Duerme tranquilo y descansa en paz, buen niño.