Opinión

La Estaca

El 13 de diciembre de 1969 en el Palau de la Música de Barcelona el cantautor Lluís Llach dio un recital, bajo la expresa prohibición de cantar «La Estaca», compuesta el año anterior en homenaje al «Abuelo Siset», y que a los censores de la dictadura franquista no les agradaba mucho. Para evitar la censura, el joven bardo hizo una versión instrumental, a la que el público le puso la letra cantándola en pie. Así nació un himno, convertido en la canción protesta, que hoy simboliza el llamado «procés separatista catalán».

El Palau es el santa sanctorum donde nació el nacionalismo catalán a raíz de los llamados «Fets del Palau», cuando el 19 de mayo de 1960, en la celebración del nacimiento del poeta Joan Maragall, un grupo de jóvenes se levantó para entonar el Cant de la Senyera, lanzando unas octavillas tituladas «Os presentamos al general Franco», y cuyo texto había escrito Jordi Pujol, que sería detenido y condenado a siete años de prisión. Pero también es el lugar donde empezó el fin del nacionalismo, espacio donde fueron habituales los negocios turbios por parte de la burguesía catalana y desde donde se esfumaron 34 millones de euros de las arcas públicas,

En la Catalunya nacionalista todo es una impostura. Falso es el patriotismo de Pujol y sus secuaces, falsa es la historia de la resistencia de la burguesía catalana al franquismo y falsa es la biografía y la historia de la canción «la estaca». Durante su juventud Lluís Llach fue un significado «fascista», vicepresidente de «Los Cruzados de Cristo Rey» en Figueres y militante falangista como el padre. De familia carlista, su tatarabuelo fue el hacendado Joaquim Llach y Coll, jefe carlista de la provincia de Girona, el bisabuelo fue dirigente de la Junta Tradicionalista, el abuelo paterno Manuel Llach y Sastre vocal de la Juventud Tradicionalista. Su padre, Josep María Llach y Llach, militante del «Requeté Catalán», voluntario en los tercios carlistas en la guerra civil y alcalde franquista de Verges, en Girona. De la familia materna, de raíces extremeñas, destaca «El abuelo Grande» un inspector de la policía española de Barcelona, azote de anarquistas, la abuela María Valle una fanática franquista y su tía Pilar Valle, la rica propietaria de la finca «Can Vall de Porrera», fue fundadora de «Falange Española» en la provincia de Tarragona, detenida en 1936 torturada en el barco «Uruguay». La finca posteriormente pasó a manos de Lluís, desde donde desarrolla su negocio vitivinícola. Enfrentado con sus padres y abuelos, el joven Llach se refugió en la amistad de su colega Ponç Feliu, y se dejó influir por el abuelo del nuevo amigo, Narcís Llansa –el «Narciset» o «el abuelo Siset»–, un barbero republicano de Besalú, ex-concejal de ERC y un gran fabulador y charlatán. La falsedad de la historia familiar de Llach, un viejo fascista que canta «La Estaca».