Opinión

Steinbeck, Charley, Rocinante

Ahora que media España está de viaje o se prepara para viajar recordé que en 1962, año en el que recibió el Premio Nobel de Literatura, John Steinbeck publicó «Viajes con Charley en busca de Estados Unidos», que cuenta las experiencias tras recorrer 15.000 kilómetros en su autocaravana, Rocinante, y con el perro de su mujer, un caniche de diez años, llamado Charley.

Es un periplo desencantado. Se dirá que es porque estaba enfermo, aunque lo cierto es que sus ideas habían cambiado.

En la época de «Las uvas de la ira» simpatizaba tanto con el comunismo que llegó a respaldar la invasión soviética de Finlandia. En 1952, sin embargo, ofreció sus servicios a la CIA. Y en 1967 escribió páginas en apoyo del ejército norteamericano que luchaba en Vietnam, donde estaba su hijo John, y se enemistó con muchos que lo acusaron de traicionar su pasado izquierdista.

Independientemente de la veracidad de los hechos que cuenta en «Travels With Charley», que ha sido puesta en duda por los especialistas, está claro que sus ideas presentan aspectos liberales y conservadores, y claramente nacionalistas. Canta a Estados Unidos como nación, incluso como una raza. Hablando de raza, encuentra también cosas malas en su país, singularmente el racismo, que aborda en la parte final del libro. Y tiene palabras muy duras hacia las autoridades: «He llegado a saber por larga experiencia que amo a todas las naciones y odio a todos los gobiernos... El Estado te puede hacer sentir tan pequeño y miserable que cuesta luego recuperar la sensación de la propia importancia».

Tiene varias referencias a España, recuerda el Museo del Prado y los sanfermines, y alaba a los conquistadores de América: «hombres de verdad».

Y este libro de viajes los defiende en todos los sentidos.

Primero en la necesidad de desplazarse para mejorar: «Si tienes raíces no te mueves y te mueres de hambre. Piensa en los pioneros de los libros de historia. Eran gente que estaban en movimiento... Cuando los críos se hagan mayores, podemos incluso bajar trabajando hasta el sur en invierno y subir hacia el norte en verano». Y, en segundo lugar, tiene una bella idea sobre la relación entre las personas y sus viajes: «La gente no hace viajes, son los viajes los que hacen a la gente».