Opinión

«Telepuigdemont» y elecciones

No la llaman «cosa nostra», sencillamente la denominan «la nostra». Cuando Mariano Rajoy anunciaba hace seis meses la aplicación del 155 en Cataluña y la consiguiente convocatoria de elecciones autonómicas, uno de los interrogantes planteado de manera casi inmediata fue si la corporación de medios públicos –Tv3 y Cataluña Radio– sería objeto de la intervención del Estado constitución en mano, habida cuenta de que se iniciaba la carrera previa hacia una campaña electoral en la que de salida, la televisión y la radio públicas no parecían el mejor ejemplo de ecuanimidad.

La respuesta a ese interrogante fue rápida y de todos conocida. Los partidos constitucionalistas –en especial un PSOE que se negó a la intervención arrepintiéndose posteriormente solo «sotto voce»– tuvieron que conformarse con las escasas líneas rojas que marcaría la junta electoral durante una campaña cuyo desarrollo demostró que la máquina de propaganda independentista de Tv3 seguía engrasada y en la que no se dudó en favorecer de una u otra forma a los candidatos soberanistas con cuitas judiciales burlando el encorsetado control de esa junta electoral. Y en estas nos encontramos hoy pasados seis meses de aplicación del 155 en Cataluña, sin presidente investido por un parlamento convertido en punta de lanza del desafío al Estado y con un terreno cada día más embarrado que favorece la estrategia de fomentar la imagen exterior de un conflicto largo y enquistado, pero sobre todo con el riesgo certero de acabar frente a la única salida de la repetición electoral. Tv3 cuenta con cualificadísimos profesionales, a algunos de los cuales conozco.

Es una televisión moderna y dotada de medios, pero sufre el lastre de considerarse desde sus orígenes –mucho más allá de otras televisiones autonómicas– propiedad del nacionalismo ahora mutado en independentismo. No hay más que ver la evolución de estos meses en su condición de ente «exonerado» del 155. Se aludía –valga como ejemplo entre muchos– al «president» Puigdemont detenido en Alemania para airear a continuación datos privados del juez Llarena situándolos en el manejo público y no dudar en alentar en otras informaciones el efecto llamada destacando las movilizaciones y cortes de vías públicas o carreteras en apoyo de los «presos políticos». Con esos mimbres, no parece antojarse suficiente el control sobre Tv3 de un Parlamento que, además de no condenar la violencia se querella contra otros poderes del Estado. Si se repiten elecciones, PP, PSOE y Cs ya conocen el comportamiento de la «telepuigdemont» y solo ellos serán responsables de otra campaña en la que la televisión de todos los catalanes, siga justificando ante la parroquia independentista la idea de que el golpe es viable o peor aún, legitimo.