Opinión

No nos entienden

Se trataba de una frase común en la época de la dictadura de Franco. Cuando en el exterior fruncían el ceño por cualquier conducta del Régimen –por regla general, inapropiada– se zanjaba la cuestión pronunciando con aire de superioridad un lapidario «No nos entienden». La verdad es que, siendo una monarquía constitucional, siguen sin entendernos. No entienden que en Cataluña haya violencia en las calles sin que a los canallas se les acuse de lo que son, es decir, terroristas callejeros. No entienden que el Gobierno sea el que pague puntualmente a los sediciosos y sus paniaguados sin que haya dimitido el ministro de Hacienda hace meses.

No entienden que buena parte de los catalanes siga apoyando el golpismo cuando ya han abandonado la región cerca de cuatro mil empresas. No entienden que el juez Llarena –que está mostrando un cierto temple en el cumplimiento de la ley– haya decidido, como en Nüremberg, que sólo una parte de los rebeldes comparezcan ante la justicia y la inmensa mayoría escape. No entienden que la educación siga en manos de los nacionalistas y que haya docentes canallas que acosan a niños por el terrible delito de ser hijos de guardias civiles. No entienden que TV3 y radios cercanas se hayan convertido desde hace años en una Radio Ruanda del golpismo e incluso de los asesinos de ETA sin que nadie eche el cierre. No entienden que la financiación del odio más monstruoso a España proceda de los bolsillos de todos los españoles.

No entienden que unos clérigos que dependen para llenar su andorga del dinero que aporta el Estado se permitan apoyar el golpismo incluso profanando la santidad de los templos que tienen a su cargo. No entienden que en grandes conglomerados mediáticos que cubren toda España se dé cabida a los que defienden el pisotear la legalidad y el orden constitucional y encima se coloque a esa chusma en vanguardia de todo tipo de premios y galardones. En las últimas horas, todavía entienden menos si cabe que pueda ser nuevo presidente de Cataluña un personaje que no ha dudado en insultar y difamar a España y a los españoles de la manera más grosera, vil, cobarde y descerebrada. No lo entienden y yo lo comprendo. Por más vueltas que llevo dándole al asunto desde hace décadas a mí tampoco se me ocurre una explicación racional.