Opinión
Costa Rica
No se deberían de tener favoritos... pero Costa Rica es uno de los países más maravillosos de este planeta. Un país que no tiene ejército. Un país explotando de biodiversidad, vida y color. Con 360.000 especies de insectos conocidos. Con 80.000 especies de hongos, 8.613 de reptiles y 4.734 de mamíferos. Un paraíso terrestre relegado a unos escasos 51.100 km2 de superficie total que aún así consigue superar hasta nuestros sueños más vividos con su enloquecedora naturaleza. Es un auténtico oasis multicolor, una pequeña muestra de cómo tendría que ser el resto del mundo exterior (si no hubiésemos llegado a despreciarlo). Principal entre mis razones por tildarla de tierra predilecta, Costa Rica es un país donde se toman la ecología en serio.
Mientras que no se preocupa por las complicaciones de tener un ejército (este fue abolido en 1949), Costa Rica invierte sus impuestos en mantener una policía de plástico vigente en todo momento. Esta podría sonar como una situación orwelliana llevada a lo absurdo, o posiblemente a lo kitsch, pero sus implicaciones reales no pueden ser más ennoblecedoras para las buenas gentes de Costa Rica. Durante la reciente Mercedes Benz Fashion Week de San José 2018 – en la que tuvimos la suerte de participar la semana pasada – hubo un repentino momento de pánico. «Señoras y señores, viene la policía», al instante pensamos en modelos asesinadas y todo tipo de desquiciados crímenes fashionísticos, «por favor, asegúrense de no tener ningún tipo de plástico entre sus posesiones». No se podía tener ni siquiera una botella de agua escondida por ningún lado, si no penalizarían a toda la organización. Bajaría su puntuación ecologista, una cataclísmica tragedia y deshonra que no podían permitir bajo su guardia. Nos quedamos flipadas y maravilladas. Ojalá fueran así todas nuestras emergencias.
Costa Rica sirve como un ejemplo y referente para el mundo entero, donde el humano sensible y empático se encuentra en extremo peligro del extinción, divorciado como está de los ritmos de la naturaleza. En Costa Rica empezaron a moverse por la causa ecologista mucho antes de que se pusiera de moda, interiorizando su lógica natural en su política y responsabilidades colectivas con una coherencia envidiables. A día de hoy casi toda su energía es producida a través de fuentes renovables y es uno de los países pioneros en la meta de prescindir enteramente del carbono en el año 2021. Ambiciones dignas del empeño de una sociedad que aún mantiene la cabeza.
La frondosa y verde Costa Rica es un lugar de fantasía y asombro, en la que rige la majestuosa selva y puedes ser sorprendido por todo tipo de espectáculos naturales. Lo más maravilloso del asunto es que los costa-riquenses son conscientes del inestimable patrimonio natural que han sido legados. Más del 25% de sus territorios son zonas protegidas y zonas libres de plásticos. Incluso sus fashionistas se entretienen sinceramente con el impacto medioambiental de sus creaciones. Se preocupan con la ecología, y no meramente para poder estamparlo en su próxima serie de camisetas. Durante la conferencia de sostenibilidad y moda simultánea a la fashion week de San José se habló de topo tipo de cuestiones interesantes e indispensables para la especie humana. Desde el reciclaje de ropa y tejidos a la innovación de sistemas de distribución y producción (de la segunda industria más contaminante del planeta). Allí nos hicimos amigos de una fantástica señora que proponía fabricar un tejido con la piel de las naranjas, cuyos interiores son exprimidos y vertidos en cantidades industriales por el mundo entero, mientras sus pieles son desaprovechadas inconscientemente.
Nuestra primera visita a Costa Rica tuvo ocasión durante una exposición de carteles Agatha Ruiz de la Prada en el Museo de Arte Contemporáneo de San Juan, las semillas de la filosofía agathista fueron implantadas con gran éxito. Entendieron perfectamente la utopía de vivir en un mundo multicolor y nos reconocimos mutuamente como ecologistas. La segunda visita a Costa Rica fue una de la que pronto podréis disfrutar todos en la Cuatro, ya que fue de la mano de Planeta Calleja. Os podréis adentrar vicariamente en el mundo de aventuras sin limites que supone seguirle el ritmo al implacable Calleja. Por suerte se juntaron dos hiperactivos empedernidos y torbellinos en sus respectivos ámbitos, Agatha y Calleja no se pudieron llevar mejor. Agatha volvió a Madrid obsesionada con lo que decía Calleja, con lo qué hacía Calleja y con lo que le había contado Calleja... Imagino que los fértiles aires de Costa Rica, explotando de vida y color, habían ayudado a incitar tal locura.
La más reciente visita agathista a Costa Rica ha sido gracias a su MBFW San José 2018, celebrada en el Hotel Real Intercontinental. De impecable organización y metas transcendentales, no podría haber sido más revitalizadora. De aquí nuestras exhortaciones de mirar a Costa Rica como un fastuoso modelo de vida, como un paraíso terrestre con el que soñar, lleno de futuros agathistas.
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