Opinión

Gürteliano

Gürtel se quedaba pegado a la garganta, érase una palabra rara, como de hacer gárgaras, adónde se han ido sus protagonistas, gárgaras y ganchillo, hasta que se hizo habitual como el término paradigma de la corrupción. Los populares han vivido atrapados en ese mal de ojo, ya fuera antiguo o contemporáneo, pelo de tormenta que anuncia todas las desgracias. Cuando viene una alegría, llegaba la Gürtel, o un ex ministro que era amigo de alguno de la Gürtel, o se abría una pieza separada de la Gürtel. Uf.

La maldición vive arriba. Pudieron colocar a las puertas de Génova una ristra de ajos en vez de una cinta de correr. Pero ya estamos donde estamos, con unos jueces que dudan de la palabra del presidente, que igual quieren que vaya al polígrafo, y viene lo peor. Pocos albergaban esperanzas de que no se viviría otro terremoto. Por muy lejano que estuviera el diablo, toca sufrir la tortura del fuego a quienes se sientan en presente de indicativo en la boca del infierno. Los puñales se afilan sin disimulo. Amago de mociones, reflexiones declarativas, que llegarán a ser las canciones del verano de Rivera... ¿No sucederá algo semejante cuando termine el juicio de los ERE? Mientras, Rajoy abandera la inocencia que según su hoja de ruta penitente antecede al perdón. El destino no está escrito. Está censurado.