Opinión
Un aquelarre sofisticado
Esta semana ha sido una semana feminista. Nos hemos excitado y nos hemos exaltado. Nos hemos reído y hemos gritado... Todo por la gran causa –causa más que resonante en nuestro universo de corazones y arcoíris, en el que la imaginación es el límite de tus posibilidades. Ha sido una semana interesante, por su inesperado fervor activista y revolucionario, por su coherencia y por sus ilusiones. Nos hemos reunido en pequeños y grandes grupos –las mujeres– y hemos maquinado la dominación del mundo (tan esperada). Allí estábamos nosotras para negociar la proporción de flores, corazones y estrellas multicolores que poblarían el nuevo paraíso.
Todo empezó de una manera aparentemente inocente. A Cosima la habían invitado a una cena para celebrar el lanzamiento de un perfume y – sabiendo su debilidad por los perfumes– tenían bastante asegurado que aparecería, más aún contando con un catering de Horcher. Esta cena, a la que había sido invitada por Narciso Rodriguez, se convertiría en el catalizador perfecto para toda una cadena de fantasías. El «loft» subterráneo de Ivory Press (tan cuidadosamente concebido por los Foster) había sido llenado de luz rojiza, instalaciones en arena y jazz seductivo. Habría que felicitar a Sofia Lopez Quesada, la brillante interiorista responsable de la puesta en escena, minimalista, carnal, embriagadora, salida directamente de una película de David Lynch. Por las grietas de luz del LED rojo que se extendían sobre la mesa y sobre las paredes se asomaba otro mundo, un mundo regido por el deseo.
Allí –en aquella mazmorra futurista, llena de libros de arte– habían decidido reunir a unas 50-100 mujeres... El potencial acumulativo de las invitadas, con sus intensidades, pasiones y poderíos respectivos, resultó palpable, casi abrumador. Parecía que fuéramos legiones enteras de mujeres. Y que hubiéramos sido convocadas para algo extraordinario, al aquelarre más sofisticado de Madrid. Algunas se alarmaron ante la situación. Poco a poco el rubor de las luces y el ronroneo de una sala entera de mujeres cotilleando logró su hipnótico objetivo, y una armonía efervescente se apoderó de la sala. Puede que fuera el goulash de Horcher, pero aquello se convirtió en un momento especial. Un momento en el que habíamos prescindido de los hombres.
Narciso Rodriguez había apostado por lidiar directamente con las mujeres que se pondrían su perfume (y que pronto dominarían el mundo). Supuestamente aquello empezaba a ser una tendencia, la de invitar exclusivamente a mujeres a ciertos eventos corporativos. Algunas marcas empezaban a sentir los temblores sistémicos del futuro multicolor que tramábamos. Sonsoles Blanco –directora de marketing de fragancias del Grupo Shiseido– habló del empoderamiento, de la sexualidad desinhibida, de la mujer sin miedos. Nos contó que esta mujer iba de rojo. Nos entendimos perfectamente, entre coloristas. Allí estaba Cosima –vestida de Agatha Ruiz de la Prada– envuelta en corazones rojos sobre un fondo de seda rosa. El poder alquímico del asunto no se le había escapado. Y empezó a imaginarse lo que podría llegar a ocurrir después de esa noche...
Se acostó con todo tipo de sueños triunfales, en los que era una valquiria volando por los aires. Al día siguiente se dio cuenta de que el feminismo le había seguido a casa. Por si no le hubieran cundido las epifanías de la noche (y su resaca consecuente al despertar), su madre había organizado un coloquio de mujeres para hablar del estado femenino en las artes. Doce imponentes mujeres, venidas de diversas disciplinas artísticas, se presentarían en su casa para «brunchear» y hablar de sus experiencias en las fronteras de la vanguardia. Sin quererlo exactamente Agatha Ruiz de la Prada había puesto en marcha el momento decisivo para la utopía que se desenlazaba en el imaginario de su hija. Escritoras, actrices, poetas, diseñadoras de videojuegos y cantantes de opera se materializaron en su sala de estar, casi pillándola en pijama, para exhortarla a la acción. Sus sibilinas perspectivas resultaron inequívocas. Había llegado el momento. Pronto construiríamos un mundo mejor.
No os andelantaré demasiado sobre lo que se habló durante aquella inspirada mañana –en la que tomamos cuenta de la situación en la España contemporánea y preparamos nuestros batallones– tendréis que comprar la revista femenina cuyo numero 1000 sale dentro de dos semanas si sentís curiosidad por nuestros futuros movimientos. Se habló de muchas cosas, de muchas injusticias e imposiciones. Nos decidimos a derrocarlas.
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