Opinión
A cara de perro
Rajoy está contra las cuerdas, pero no piensa tirar la toalla. De otros aprietos ha salido, aunque éste sea el más complicado de su larga vida política. Su propósito es resistir y contraatacar, haciendo suyo lo de Segismundo: «Harás que de cortés pase a grosero, porque la resistencia es veneno cruel de mi paciencia». El presidente ha perdido ya la paciencia con Pedro Sánchez. Un hombre tranquilo, de naturaleza apacible, nunca se había mostrado tan furioso como cuando se enteró de la moción de censura, «a traición» y en el peor momento, del dirigente socialista, al que él había tratado de sostener frente a la galopante invasión de Ciudadanos. Encorajinado, cuenta las horas para el enfrentamiento, a cara de perro, en el Congreso de los Diputados esta misma semana. Él, contra todos. Asistiremos a la gran final de este campeonato de despropósitos. La última representación solemne del bipartidismo clásico. Por unas horas, la política recuperará la épica. El que pierda, adiós.
Habrá que ver de parte de quién se sitúa el personal en este decisivo debate. Ante el acoso inmisericorde, la gente tiende a ponerse de parte del acosado. Así que no es imposible que Rajoy, si sale vivo del combate, recupere seguidores entre los que levantaban ya el ala en su partido. Me parece que está en juego el orgullo herido de la derecha. Sospecho que los argumentos centrales de Rajoy serán la acusación a su contrincante de escándalo farisaico, de ambición personal y de irresponsabilidad. «Te doy gracias, Señor, de que no soy como este hombre ni como estos del PP, que son ladrones», etcétera. Esta prepotencia moral de la izquierda, este rasgarse las vestiduras y este alarde de superioridad democrática se pueden volver contra Pedro Sánchez, que, para ganar el combate, necesita el apoyo de los independentistas catalanes del 3%, de los del saqueo de los ERE de Andalucía, de los batasunos y de los del chalé de La Navata. No es una compañía muy recomendable cuando se trata, por lo visto, de un debate sobre limpieza moral y regeneración democrática, que tanta falta hace. No sé lo que piensa de todo esto el Rey, al que Pedro Sánchez comunicó su decisión. Me gustaría saberlo. Puede que la etapa de Rajoy en la Moncloa se esté acabando al mismo tiempo que esta azarosa legislatura, pero no así, a empujones. Corresponde al Partido Popular, sin presiones indebidas, proceder al relevo cuando lo considere oportuno y en un congreso extraordinario. Lo demás es desestabilizador.
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