Opinión

Al mejor postor

De nuevo, los catalanes libres de nacionalismo, volveremos a ser las víctimas de los pactos y cesiones que desde Madrid van a establecer, en esta ocasión los socialistas, con los supremacistas que quieren romper España. Esto no va de rojos ni azules, tampoco de madrileños, ni de vascos ni de catalanes. Va de españoles, de gentes que queremos ser libres e iguales, pero que debido a una ley electoral tramposa y al anquilosamiento de un estado viejo y agotado, sin ideas, con una débil sociedad civil y sin estadistas, va a ceder al chantaje nacionalista, vendiéndonos como siempre al mejor postor, mientras la persecución y el señalamiento al discrepante se incrementa en una Catalunya que se dirige al enfrentamiento civil.

Una aplicación corta y mal ejecutada del artículo 155, unas elecciones catalanas precipitadas y mal planteadas, con unos candidatos constitucionalistas enfrentados y sin estrategia, nos ha llevado a que la crisis catalana se perpetúe, y junto a una negociación vergonzante con los supremacistas vascos (los mismos que siguen teniendo al racista Sabino Arana como guía espiritual), está provocando en los catalanes no separatistas, una enorme frustración.

Junto a esta estrategia fallida, unas circunstancias políticas, legales y ajustadas a derecho, han sido aprovechadas por la amalgama de partidos y movimientos del viejo «frente popular», para llevar a España a una perfecta tormenta que nos lleva camino de una implosión de su unidad. Mientras el PNV celebra su felonía, el PDeCAT y ERC han reclamado al nuevo presidente que abra vías de diálogo con «Cataluña» (la suya, no la de todos, claro). Carles Campuzano y Joan Tardá ya han exigido diálogo con el gobierno del supremacista Quim Torra, la advertencia de que el «Estado Español» se encuentra ante la última oportunidad de diálogo, lo que en Román paladín significa plantear el referéndum.

Exigen la libertad de los «presos políticos» y el fin de la fiscalización de las cuentas de la Generalitat, es decir, que los separatistas continúen con la estrategia de creación de «estructuras de estado» y las campañas de propaganda en los medios de comunicación para conseguir convencer de las bondades de la «República catalana». Exigencias, que probablemente, serán complacidas, puesto que Sánchez se ha mostrado abierto a «dialogar, pactar y solventar» el «encaje constitucional» de la identidad como «nación» de Cataluña y para «cerrar las fracturas».

Para encontrar, lo que eufemísticamente se llaman «puntos de unión», Sánchez ha propuesto «dar una oportunidad» a los 40 puntos que el ex presidente catalán Artur Mas entregó a Rajoy en 2015, «muchos perfectamente compartidos por otros gobiernos autonómicos», además de revisar las leyes recurridas al Constitucional por el Gobierno de Rajoy.

Otra vez volverán a ganar los separatistas. El riesgo que todos ustedes corren es que al final, los catalanes que nos sentimos españoles dejemos de sentirnos víctimas y nos declaremos independientes de supremacistas y de vendepatrias.