Opinión

¿El problema es el smartphone?

Houston, tenemos un problema. Nuestros hijos no son como nosotros. No exactamente. Nosotros hemos nacido, vivido y crecido en condiciones distintas a las de nuestros padres, abuelos y bisabuelos, pero como ellos y a su vez los suyos, hemos jugado a los mismos juegos y casi con los mismos juguetes, con pilas o sin ellas. Nuestros hijos, no. Ellos pertenecen a una generación tecnológica en la que todo se ve en 3D. No conciben el mundo sin ordenadores y sin toda suerte de aparatos que les conecten con el universo. ¿A qué edad deben tener móviles los chicos? Pues verán, lo ideal sería que pudieran viajar con ellos desde que empiezan a prestarles un servicio y, además, son útiles para nosotros.

Pero siempre que les enseñemos a utilizarlos. Y no me refiero obviamente al funcionamiento, que a nosotros nos desborda y para ellos es pan comido, sino a hacerles entender que el teléfono ha de estar a su servicio y no ellos al del teléfono. Mi hijo de once años tiene uno. Saca las mejores notas de su clase, es deportista, le sobran amigos, tiene una madurez y un sentido del humor extraordinarios y... ¿se lo quito? ¿Por qué? Gracias al teléfono, me puedo comunicar con él en cualquier momento, saber dónde está... Y él me siente a su lado aunque no esté yo. Sabe que no puede tocarlo en el cole. Y no lo hace. Entonces..., ¿se lo quito? El problema no son los móviles, ni los iPads, ni los ordenadores ni todo lo demás, el problema somos nosotros, nuestra capacidad para enseñar a nuestros hijos a utilizarlos bien. Para eso, antes que ellos, debemos aprender nosotros. Y darles ejemplo.