Opinión

Pla y Tarradellas

Josep Pla le hubiese gustado vivir en una sociedad formada, ligeramente hipócrita, tolerante y agradable; pero se encontró con un ambiente radical y extremista, «yo no soy un producto de mi tiempo, soy un producto contra mi tiempo». Josep Tarradellas, un republicano convencido, murió siendo «Marqués de Tarradellas». Josep Pla era un conservador: «sólo es digno de ser llamado racional el hombre que en cada momento salva, conserva, mejora, la mayor cantidad posible de cosas, de afectos, de seguridad, de cualidades»; un catalán que se sentía profundamente español: «El catalán es un ser que se ha pasado la vida siendo un español 100% y le han dicho que tiene que ser otra cosa», y muy crítico con el supremacismo: «El nacionalismo es como un pedo, que a todo el mundo le huele mal, menos al que se lo tira».

Es evidente que con estas tres premisas
–conservador, español y libre de nacionalismo– no goce de la estima del separatismo que está gobernando Catalunya. Pla siempre incomodó al poder. Autor conocido por sus artículos de opinión, sus crónicas periodísticas; viajero incansable cuyos reportajes internacionales le situaron como un aventajado relator de la historia del siglo XX y buen conocedor de las interioridades del régimen comunista de la URSS, de la Italia fascista, de la Gran Bretaña liberal y del Madrid republicano. Escribió más de 30.000 páginas, miles de artículos y decenas de libros, destacando el «Quadern gris», un dietario considerado la obra cumbre de la prosa catalana, repleto de opiniones políticas, retratos y crítica literaria. El autor más leído en catalán y considerado por los críticos como el mejor prosista de la literatura catalana contemporánea que no necesita reivindicación, ni elogio ni premios. Los funcionarios de la cultura lo dejaron morir sin recibir el Premio de Honor de las Letras Catalanas.

Josep Tarradellas, fundador de ERC, diputado en cortes, encarcelado por la Revolución de 1934, presidente de la Generalitat en el exilio desde 1954; en el año 1977 llegó a Barcelona como presidente de la Generalitat donde dio su famoso discurso desde el Palau Sant Jordi: «Ciutadans de Catalunya! Ja sóc aquí!». El 26 de marzo de 1981, escribió una carta privada al director de La Vanguardia, por la que profetizaba el inicio del proceso separatista en la persona de Jordi Pujol.

A Pla y Tarradellas les unió una gran complicidad, aun viniendo de dos mundos distantes y de trincheras distintas de la trágica guerra civil, ambos compartían la visión de Catalunya y su relación con España, la que sostenía el historiador Vicens Vives. El pacto y el entendimiento como solución a la conllevancia orteguiana. En estos tiempos de zozobra conviene reivindicarlos.