Opinión
Banqueros catalanes
La banca en Catalunya perdió 31.400 millones de euros en depósitos desde el mes de octubre del 2017 hasta la actualidad, según datos del Banco de España, debido al proceso supremacista que vivimos los ciudadanos de esta comunidad, pasando de disponer de más del 15% de los ahorros de los españoles a poco más del 12%. Una auténtica tragedia, que a pesar del traslado de las sedes sociales de Caixabank y el Banco de Sabadell a Valencia y Alicante respectivamente, y aplicando los planes de contingencia, la situación sigue sin revertirse, y lo que es peor la fuga de depósitos tiende a continuar. Catalunya, la otrora locomotora económica de España y domicilio de pujantes bancos y negocios, se ha quedado sin ningún grupo financiero domiciliado en ella y con un gobierno separatista que amenaza con la continuación del proceso golpista. Catalunya siempre ha prodigado excelentes iniciativas bancarias, que han financiado y enriquecido enormemente a España.
Basta recordar a insignes prohombres como el político conservador Manuel Girona; fundador del primer banco privado español, el Banco de Barcelona e impulsor del Banco Hipotecario de España, que financió redes ferroviarias, puertos, universidades; Gaspar Remisa; político proteccionista enfrentado a Espartero y auténtico dueño y señor de las finanzas en Madrid a través de la Banca Casals y Remisa. Decenas de catalanes han contribuido a la riqueza económica española desde iniciativas bancarias privadas, como Jaume Castell (fundador del Banco de Madrid y Banco catalán de desarrollo), Josep Safont (hijo de Vic y asentado en Madrid), Josep Xifré (indiano de Cuba), Lluís Castells (fundador del Banco Transatlántico), Manel Bonmatí (dirigente conservador y fundador de la Banca Mateu, Bonmatí y Cía), y podríamos continuar con Lluís Figueras, Joan Fornesa, Josep Garí, Pere Gil... Todos estos prohombres compartían una visión de Catalunya perfectamente integrada en España, y concebían a Catalunya como la garante de la industrialización y modernización del conjunto de la nación, sin renunciar a su propia cultura catalana, que entendían como su forma de sentir la españolidad.
En las últimas décadas, personalidades catalanas como Claudio Boada, Ferrán Valls o Rafael Termes contribuyeron a generalizar el buen nombre de los catalanes al servicio financiero de España. Sin embargo, con la llegada del gran estafador a la política catalana, todo cambió. El personaje impostado de patriota, Jordi Pujol, ha sido el gran responsable de la zozobra y decadencia de Catalunya, y probablemente haya sido el hombre que más daño ha hecho a España como nación. Fundador de «Banca Catalana», una auténtica máquina de enriquecimiento personal, puesta al servicio de la destrucción de la unidad hispana. Hoy, con Pujol todavía campando libre por Catalunya y sus acólitos en el gobierno golpista de la Generalitat o fugados por Europa, han convertido a nuestra tierra en un páramo, sin bancos ni banqueros.
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