Opinión

Mariano y olé

Ni sueldo oficial ni los privilegios que le correspondían como ex presidente. Ni coche oficial, ni grupo de escoltas y, lo que más me alucina, Mariano Rajoy ha renunciado incluso a su pensión de ex jefe de gobierno.

Da igual que gane 15.000 euros en su puesto de registrador de la propiedad en Santa Pola, como todo el mundo se ha apresurado a titular. Para empezar, porque hizo unas durísimas oposiciones de las de hincar los codos y perder el sueño para ganar ese puesto que ahora recupera y que es suyo por ley. Y para terminar, porque me gustaría ver la cara que se nos quedaría a los demás si pasásemos del «Sí Señor Presidente» diario, la pleitesía y el peloteo constantes, la atención milimétrica y la sensación personal de importancia que es inevitable que tenga un presidente, a ser de golpe del montón, un ciudadano más. Sobre todo teniendo decenas de alternativas en el mundo del poder y del dinero. No tengo nada claro que esa transición sea fácil psicológicamente. Por algo todos los ex presidentes sin excepción han fundado nuevos partidos (Suárez) o se han dedicado a los consejos de administración mega lucrativos, los puestos internacionales y el circuito de conferencias VIP.

De verdad, flipo con lo que ha hecho Mariano Rajoy. Y que no se comente demasiado se debe sólo al cainismo nacional y el cochino rencor. El tipo al que el actual presidente, Pedro Sánchez, acusó de «no ser decente» se ha comportado como el más decente de todos.