Opinión

Curso acelerado de aritmética en el PP

Pedro Arriola, el protogurú de Mariano Rajoy, está ahora en la fontanería de Soraya Sáenz de Santamaría. Intentará hacerla presidenta del PP, también con Javier Arenas en las trastienda, y luego se retirará. Todo apunta que no ha podido resistir la tentación de estar en el ajo de las primarias del PP. La ex-vicepresidenta confía en sus prolijos cálculos aritméticas, mientras los otros aspirantes con más opciones, Dolores de Cospedal y Pablo Casado, ¡qué remedio!, también hacen cuentas, pero menos. Y como ante la soledad de la urna, nadie controla al militante, José Ramón García Hernández se aferra a otra sorpresa en las primarias.

Arriola, desde hace tiempo, repartía su atención entre Rajoy y Sáenz de Santamaría. El sociólogo, semanas antes de la moción de censura, tenía dudas de que el PP de Rajoy pudiera dar la vuelta en las urnas, incluso en 2020, a las encuestas que vaticinaban el descalabro popular. Admitía que Cataluña eclipasaba todo entonces, se quejaba de que la sociedad no apreciara el esfuerzo del Gobierno en la lucha contra la crisis económica y defendía con ahínco la labor de su viejo amigo Cristóbal Montoro, siempre sorayista y también ahora en la pugna por liderar el PP.

Iván Redondo, jefe de Gabinete de PedroSánchez y factótum de su asalto al poder, soñó con ser el sucesor de Arriola en el PP cuando se retirara y, hasta entonces, colaborar con él. Muchos lo impidieron. Ahora Redondo contempla fascinado desde la Moncloa la batalla de los populares, mientras en el PSOE suspiran por un PP fuerte en el centro derecha, pero incapaz de ganar a los socialistas en las urnas, como en tiempos de Fraga. La aritmética de Arriola es decisiva, pero en política con frecuencia hace falta algo más que un curso acelerado de aritmética.