Opinión

Un espejismo

La confirmación del Supremo de que Puigdemont y el resto de los líderes del procés serán procesados por rebelión y malversación ha sido un jarro de agua sobre el cuento de hadas en el que Pedro Sánchez nos ha instalado. A los jueces les debemos desde ayer no sólo la defensa de la ley, sino también la del sentido común. Porque pareciera que no hemos visto por televisión lo que hemos visto, es decir, a los parlamentarios catalanes votando la independencia con medio hemiciclo vacío, en la que constituye una de las más vergonzosas escenas de nuestra democracia.

La súbita llegada de Pedro Sánchez al poder no sólo ha volcado hacia la izquierda la política nacional, es que pretende resolver por arte de birlibirloque los gravísimos problemas que tenemos. El peor, la ruptura de España y el enfrentamiento en el seno de las familias catalanas. Pero ¿qué ha cambiado en Puigdemont y Torra desde que ha llegado Pedro Sánchez? Nada en absoluto. Les leo uno de los últimos tuits de Quim Torra: «Bienvenido presidente Pedro Sánchez, de los único que queremos pasar página es de un estado autoritario que ha encarcelado y forzado al exilio a políticos demócratas. El 1 de octubre ejercimos nuestro derecho de autodeterminación votando ''sí'' a la República Catalana». ¿Qué derecho de autodeterminación si la soberanía nacional reside en todos los españoles?

Sánchez es muy guapo, se hace fotos guais y abraza a Macron, estupendo. Pero, aparte de anunciar que se gastará 1.400 millones de euros –que saldrán de nuevos impuestos– en las autopistas y en las pensiones, prometer la eutanasia de los viejos y enfermos y la exhumación de los restos de Franco, aquí todo sigue igual. Excepto que hay en marcha una gran campaña de marketing. El presidente se ha hecho con RTVE con un golpe de mano, sin convocar concurso público y saltándose el control parlamentario a golpe de decreto, y por eso va por la periferia prometiendo cosas inauditas, a saber, al PNV la ruptura de la caja única de la seguridad social y la vuelta de los presos de ETA, al País Vasco y a Torra un tratamiento dulce de los golpistas y la revisión de las leyes recurridas al TC. El nacionalismo se ha apresurado a reabrir cinco embajadas y a relanzar la campaña independentista en medio mundo, bajo el leitmotiv republicano, para mofa de la Corona.

Suenan violines de paz, pero con violines no se gana la batalla. Y la batalla está en los términos que el Supremo ha definido. Estos señores golpistas están procesados por lo que todos vimos por televisión. Otra cosa es que sean los socios que sostienen al presidente español.