Opinión
Izquierda... ¿Qué izquierda?
En 1995, el Gobierno socialista decidió encargar un estudio sobre la situación laboral española a un conocido izquierdista norteamericano llamado James Petras. Considerablemente hábil, Petras se deshizo de las trabas que pudieran derivar de políticos, profesores universitarios, funcionarios y miembros del CSIC y comenzó a investigar por su cuenta en contacto directo con la población. Los resultados fueron pavorosos. Petras no sólo llegó a la conclusión de que las perspectivas laborales de los españoles eran mejores con Franco que con Felipe González sino que además afirmaba que estaba cantado que los hijos vivirían peor y con menos esperanzas de futuro que sus padres.
A fin de cuentas, la política económica del PSOE no sólo había eliminado la independencia española en favor de instancias internacionales sino que además había creado un marco extraordinario para la corrupción más que dañino para la sociedad civil. Hombre de izquierdas, a fin de cuentas, Petras se preguntaba en un momento dado qué podía esperarse de los sectores «progresistas» ante esta situación. Su respuesta era pavorosa: «lo que les interesa es el dos por ciento de “marginales”: los gitanos, los drogodependientes, las prostitutas, los inmigrantes; el acoso sexual, el racismo... cualquier cosa menos el destino de tres millones de españoles desempleados o los jóvenes con contratos temporales». En otras palabras, la izquierda abandonaba los verdaderos problemas de la mayoría para ocuparse de causas demográficamente insignificantes.
La razón que daba Petras para que la izquierda lanzara por la borda a la inmensa mayoría de la población era que «las luchas progresistas por las minorías... tienen el apoyo financiero de los gobiernos municipales o regionales. Las ONG y organizaciones similares brindan a los progresistas oportunidades económicas, segundos salarios en calidad de investigadores, educadores, asistentes sociales o abogados. Pueden así combinar una «buena conciencia» y la remuneración económica con una palmadita en el hombro de las autoridades locales». En otras palabras, la izquierda se había vendido por unos remunerados pesebres que además permitían dar la imagen de conciencia social. El resultado de ese abandono de la realidad en busca de lucrativas actividades relacionadas con el 2% implicaba, obviamente, una gran traición y la completa desnaturalización de la izquierda. No se puede alegar en absoluto que Petras se equivocara. Por cierto, su informe nunca fue publicado por el Gobierno del PSOE.
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