Opinión
Hígado de «primo»
La historia es espeluznante. El expresidente del Barça admite –en conversación telefónica interceptada por la Policía y la Guardia Civil– que habría comprado en 2012 un hígado ilegal para el jugador Eric Abidal, enfermo de cáncer hepático. Según publica «El Confidencial», Sandro Rosell confirma los datos que le va recordando un colaborador y que incluyen mentiras a la opinión pública: «Vendimos –dice el interlocutor refiriéndose al hígado– que era del primo ¡Que era del primo! Le pagamos dos años de contrato, lo que le quedaba». A todo dice que sí el del Barça en la desvergonzada grabación.
La operación tuvo lugar en Barnaclinic, la parte privada del Hospital Clínico de Barcelona, bajo el habitual control de la Organización Nacional de Trasplantes. Fuentes del Hospital niegan el fraude y aseguran que se cumplió el protocolo «a rajatabla», a saber, examen médico del donante vivo y certificación de que actuó libre y desinteresadamente.
En este proceso está prohibida expresamente la compensación económica, para evitar un mercadeo atroz. Pero a nadie se le escapa que no sería imposible que un supuesto «primo» de Abidal pasase las pruebas, previo pago bajo cuerda y, tal vez, mediando sobornos aquí y acullá. El fútbol mueve millones.
Sabemos que el donante es un francés, de nombre Gerard, residente en Givors, a 25 kilómetros de Lyon. Incluso existe fotografía porque llegó a conocer al equipo y viajar con él. Es un hombre negro, joven, con cara redonda. Toca ahora localizarlo y despejar absolutamente cualquier sombra de duda. Y no basta aducir que hubo ya diligencias judiciales y que se saldaron con el archivo de la causa, porque las escuchas a Rosell incorporan afirmaciones nuevas de un calibre muy grueso. La Asociación Nacional de Trasplantes es la joya de la corona del sistema sanitario. Reposa sobre el sólido y delicado prestigio levantado por Rafael Matesanz y miles de profesionales del sector, en muchos años de trabajo sólido. Los españoles somos los campeones del mundo de donaciones de órganos precisamente porque estamos convencidos de que no se trapichea con las listas de espera y que, en caso de donante vivo, no hay dinero de por medio que favorezca a los ricos. Ante la enfermedad grave y el trasplante todos somos iguales. Con generosidad y combatiendo los prejuicios hemos configurado un mecanismo cuyo prestigio internacional no podemos empañar. Lo que está aquí en juego es mucho más que Sandro Rosell o el Fútbol Club Barcelona. Ojalá el nuevo hígado de Abidal proceda de «su» primo y no de «un» primo. La investigación, repito, tiene que aclarar todos y cada uno de los extremos. Es demasiado lo que arriesgamos.
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