Opinión

Pioneras

Muchas pioneras políticas han sido de derechas. Margaret Thatcher y Ángela Merkel han arrumbado en Europa el tabú de los presidentes varones. En España no ha ocurrido, pero la primera ministra de la democracia fue Soledad Becerril (UCD); la primera presidenta del Congreso, Luisa Fernanda Rudi (PP), y la primera presidenta del Senado, Esperanza Aguirre (PP).

Independientemente de mis preferencias, la periodista que soy olfatea tiempos. Y este es el momento de las mujeres. En la primera vuelta de las elecciones internas de los populares el 63 por 100 de los electores ha optado por una mujer, fuera Dolores de Cospedal o Soraya Sáenz de Santamaría. Algo impensable para muchos conservadores hace bien poco.

Al Arcipreste de Hita le gustaba la mujer menuda, para mi desgracia y la de Rosa María Artal, una periodista que ha entrado en RTVE como consejera y que me ha llamado gorda en twitter. Esto de la línea es así, sube y baja. Lo que no entiendo es qué le importa a Artal la mía. Le preguntaré a mi padre si debo interesarme por la suya, al fin y al cabo ambos son de la misma quinta. Retomando al de Hita: las menudas son esencia fuerte en frasco pequeño y pueden dar sorpresas. Santamaría, por ejemplo. Tiene experiencia de sobra, mala leche de sobra –imprescindible si eres mujer–, lengua de sobra y empuje de sobra. Que tiemblen los hombres. Puede que hasta la votasen las de Ciudadanos y algunas del PSOE. Estamos muy hartas. Incluso las grandes.