Opinión
Franco ya está aquí
La gran gesta que quiere vender el nuevo Gobierno es exhumar un cadáver que, como todos, a no ser que se crea en los fenómenos paranormales, no puede hacernos nada. Se venden ciertas decisiones como el triunfo de la democracia con gran aparato de marketing cuando lo que realmente fomentan es la ayuda a la vuelta de los totalitarismos que renacen en todo el mundo en una señal inequívoca de que la libertad tal y como la conocimos tiene fecha de caducidad. Vamos camino del precipicio del pensamiento único, el gran hermano y «Fahrenheit 451». Los que más usan la palabra democracia, pervertida y maloliente, son los que reniegan de ella. El ejemplo del independentismo catalán es uno fácil por más que Chomsky diga lo contrario. Es anecdótico que Chomsky nunca haya sido un demócrata. Tengo mis dudas de que Almodóvar rodara sin escarnio «Pepi, Lucí, Bom y otras chicas del montón» o que Truffaut presentara en Cannes sin polémica «El amante del amor». Hay que morderse la lengua antes de pronunciar ciertas frases que molestarían a los nuevos ismos.
El boicot a músicos de masas cuyas letras no casan con lo políticamente correcto provoca más escalofríos que cuando uno se adentra en la basílica del Valle de los Caídos, que ya son escalofríos. El «sí es sí» no funcionará como protección a las mujeres sino como una injerencia en las alcobas. El vídeo de Soraya sobre su plus femenino no aporta esperanzas de que el asunto sea solo una cuestión de las izquierdas. Si el puritanismo monjil de lo que vende Carmen Calvo es el colmo de la modernidad sugiere cambiar también el significado de moderno. Más que combatir el liberticidio, la derecha se acopla a la ideología dominante. Luego vendrán los micrófonos y las purgas de la nueva revolución cultural. Libros retirados. Artículos censurados. Periodismo muerto. Acabaremos vestidos al estilo de «El cuento de la criada», la serie que viró a una segunda temporada infame y oportunista. Los que no estamos de acuerdo con lo que dicta el poder recién estrenado necesitamos de un curso de readaptación intelectual. Ya no vale aquel dicho viejuno de «Vive y deja vivir». Los fascismos de izquierda y derecha, los muchos franquismos que batallan en Europa, van tejiendo una red no tan invisible como para no verla con la que atrapar a los disidentes sin partido que los defienda.
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