Opinión

El máster es de derechas y el Fib de izquierdas

Tardaban ya en estrenar la nueva entrega de «Master and Commander», que es ya, el del currículum de Sus Señorías, una pieza separada del vertedero político. Se acababan los sinónimos sobre que Pablo Casado es de derechas, colgándole así, según reaccionan las neuronas de la izquierda, un estigma del que el nuevo presidente del PP tendría que zafarse. Me escribe un intelectual, no es Màxim Huerta, que en el mundo que se nos va de las manos, ser liberal o conservador ácrata es más vanguardista que suscribirse a la socialdemocracia y al relativismo, tan del siglo XX. Al nuevo puritanismo. A la censura previa. Al complejo de ser un ciudadano español que zozobra en su pecado original. Lo argumenta bien. Nada de Ortega ni de Machado. Las vacas sagradas pastan al sol socialista y en vez de rumiar, que también, vomitan adjetivos, perífrasis, sustantivos corrientes, que colocan en una pizarra para hacer pedagogía de la maldad que viene. Giro a la derecha (no se sabe cómo se llega a esa conclusión) se usa en tono despectivo frente al ilusionante giro a la izquierda; «ala dura» significa que llegan tiempos de tinieblas, nada que ver con el «ala anticapitalista», que es suave en su radicalidad porque ansía el bien común y no solo el de los ricos y los desalmados.

La primera tarea a la que tendría que enfrentarse Casado es que derecha, o centro derecha, vístalo de lujo o de «sport», no es igual a un espantajo por lo que la progresía ye yé saca el ajo ante Drácula para hacerle parecer un Franco, qué paranoia, nacido cuando no había franquismo. La primera posverdad. Pero está la memez del máster, un tema que podría despachar diciendo que está en su «agenda de cultura» privada y que al menos no lo consiguió o dejó de conseguir en avión oficial camino del Fib. Cerrada la gruta de la corrupción, ahora de nuevo entreabierto lo putrefacto a la manera daliniana–lo anticuado, lo cursi, lo retrógrado– exhuman la mítica caverna donde la guardia enemiga dibuja monigotes prehistóricos. No se alteren. El tiempo pasa. Nevará sobre los muertos de Joyce. Busquen otros argumentos legítimos y menos infantiles. Caca, culo, pis, máster. Ahora pasen a la siguiente pantalla. Suban el nivel. Verán qué bien les viene pensar por sí mismos. Hasta pueden convencerme de que la política no es un chiste malo contado por el domador, o domadora, porque se murió el payaso.