Opinión
Réquiem por la Justicia europea
La Justicia Europea no existe, al menos tal y como nos habíamos hecho la idea, es decir, basada en la leal colaboración entre tribunales de Estados socios de la Unión Europea que comparten principios y valores comunes, como es la soberanía nacional y la integridad territorial, que son garantizados por sistemas judiciales homologables que ejercen su jurisdicción en procesos judiciales equivalentes y gozan de reciproca confianza. El Tribunal regional de Schleswig-Holstein ha tratado a nuestro Tribunal Supremo como si este fuera el de una democracia bananera, como si el Poder Judicial español fuera el de su más hostil adversario. Algo inaceptable. En mi opinión, se hace imprescindible interponer recurso al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. El tribunal regional de Schleswig-Holstein no puede actuar como si fuera un supervisor de nuestro Tribunal Supremo. La negativa del tribunal regional alemán a acceder a lo solicitado por nuestro Tribunal Supremo, es decir, a la entrega del prófugo Puigdemont por el delito de rebelión, ratificando lo que en su día acordó en tan solo dos días de estudio suena efectivamente a «sostenella y no enmendalla». En estos meses se ha puesto de manifiesto que la mayor crítica al tribunal regional alemán consiste en haber entrado en el fondo del asunto, emitiendo juicio de suficiencia sobre la violencia ejercida, y sobre las intenciones del prófugo Puigdemont, siendo estas cuestiones de competencia exclusiva del Tribunal Supremo de España.
El principio de doble incriminación, es decir, aquel que obliga al tribunal alemán a analizar si los delitos imputados por el Tribunal Supremo español son también delitos en Alemania ha sido usado por la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein como norma de cobertura para convertirse en una segunda instancia de nuestro Tribunal Supremo. Según el comunicado emitido por el Tribunal Regional de Schleswig-Holstein, este niega su entrega a España por el delito de rebelión porque considera que la Ley alemana exige para su equivalente, el delito de alta traición «un nivel de violencia que no fue alcanzado por las disputas en España». El tribunal alemán se erige no solo en segunda instancia del instructor español, sino también en una instancia previa del tribunal juzgador español.
El nivel de violencia acreditado en aquellos tenebrosos días, tan solo puede ser analizado y en su caso declarado por el tribunal juzgador a la vista de todas las pruebas que se practiquen, con todas las garantías y respetando el derecho a la defensa pero también el principio acusatorio.
En mi opinión, donde más se extralimita la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein es cuando antepone la hipotética voluntad de Puigdemont a las conclusiones de un magistrado de nuestro Tribunal Supremo, al manifestar que «según la voluntad de Puigdemont, sólo pretendía ser el preludio de futuras negociaciones».
Resulta inaceptable conceder mayor credibilidad a quien ha quebrantado la Ley, ha desobedecido al Tribunal Constitucional, ha creado una autentica crisis de Estado, y ahora se desdice mendazmente a pesar de haber aireado sus verdaderas intenciones, para destruir toda la instrucción de nuestro Tribunal Supremo. Desconocía la candidez e inocencia de los magistrados alemanes. Su ingenuidad llega al extremo de negar la vinculación de Puigdemont con la violencia ejercida, –que nunca denunció– señalando que «el requisito previo, sin embargo, es que tal “patrocinador” haya sido capaz de reconocer y aprobar los actos de violencia y también de influir en lo que hubiera sucedido. Este no fue el caso de Puigdemont. Sólo le preocupaba el referéndum. No era un “líder espiritual” de la violencia».
Debemos entender que en Alemania, violar la Constitución Federal, desobedecer al Tribunal Constitucional, organizar un referéndum ilegal, utilizar una policía autonómica armada para garantizarse el éxito, y consintiendo innumerables actos violentos no es delito, sobre todo si después reconoces que solo era «para negociar con el Estado, que estaba al margen de la violencia y que solo le importaba el referéndum» por cierto ilegal, cosa que pasa por alto el tribunal alemán. Tanto candor y credulidad pueden ser virtudes propias de un hermano de la caridad, pero resultan inhabilitantes para ser un verdadero juez.
La Audiencia Provincial de Schleswig-Holstein ha dictado un auto que, salvo que el Tribunal de Justica de la UE le ponga remedio, supone una verdadera acta de defunción de una quizás non nata Justicia Europa, pero que, tal vez si sea el acta de nacimiento de una Europa convertida en refugio de delincuentes.
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