Opinión

Seny y Rauxa

María Canals Bulta fue asesinada el día 12 de febrero de 1949. Nacida en la Ciudad Condal en 1906, trabajaba como vigilante de primera en la Compañía Telefónica Nacional de España y aquel fatídico día se desplazaba a Madrid en el «Express Barcelona-Madrid», falleciendo en el acto debido al sabotaje en la vía férrea que protagonizaron unos terroristas, los llamados «maquis», sinónimo de resistente o guerrillero, palabra de origen corso que alude a zonas boscosas cubiertas de maleza, que señalaba a los jóvenes que se escondían para evitar el reclutamiento militar forzoso. La acción terrorista provocó el descarrilamiento del tren, que cayó por un barranco de 60 metros de profundidad cerca de la población tarraconense de Mora la Nova.

El crimen fue ejecutado por los maquis José Llinares Beltrán, «Valencia», y José González López, «Rubén», ambos dirigentes de la partida de la Pastora. La acción de los criminales provocó 40 muertos y más de 100 heridos, la mayoría de ellos catalanes y aragoneses; entre otros Víctor Grabalos (empresario catalán residente en Zaragoza); Isidoro Hernández Iracheta (jefe superior de Telégrafos); María Bolaños (auxiliar de Correos de Barcelona); Argimiro Castro Juárez (funcionario de Policía de Barcelona); Paquita López Martínez (ama de casa de Barcelona); Francisco Pina Felipe (interventor de Renfe de Barcelona); Joaquín Lacasa González (empresario de Jaca); Ramiro Fernando Sierras (empresario de Sant Hilari Sacalm); Brauli Valls Sabater (empresario de Barcelona); Víctor Baiget Sierra (empresario de Reus) y Josep Maria Andreu Rull (natural de Bràfim), entre otros. Cinco días después del descarrilamiento, cuatro miembros del PSUC fueron fusilados en el barcelonés Camp de la Bota. Ángel Carrero Sancho, Joaquim Puig-Pidemunt (responsable de la revista «Treball»), Numen Mestre Ferrando y Pedro Valverde, condenados a pena de muerte en octubre de 1948, esperaban que los organismos internacionales evitarán su ejecución, pero el atentado al tren atribuido a la guerrilla comunista proporcionó al régimen la justificación para ejecutarlos.

En Catalunya, como en el resto de España, siempre hemos mantenido un estado mental entre el «seny» y la «rauxa». El seny eran los empresarios catalanes que viajaban a Madrid en busca de negocios, la rauxa fue su asesinato promovido por el odio; el seny fue la transición pacífica que los españoles nos dimos y la rauxa fue el asesinato impune de unos comunistas en manos de una dictadura. El descarrilamiento del expreso Barcelona-Madrid es el segundo atentado terrorista con mayor número de víctimas mortales de la historia de España, sólo por detrás del 11-M. En los últimos meses unos gobernantes descerebrados han dinamitado las vías legales para promover un golpe de estado, destruyendo las relaciones de nuestra comunidad, provocando la implosión de la economía. La rauxa pervive, a la espera del seny.