Opinión
Juana, la «Manada»... La demagogia
Casos como el de Juana Rivas ahora hace justo un año nos hicieron mantener la atención sobre los periódicos a pie de playa, los informativos de radio mientras conducíamos o la oferta audiovisual de las tertulias mañaneras de televisión. No teníamos todos los datos pero daba igual, la cuestión parecía clarísima a tenor del clamor mediático y político generado en torno a una madre a la que se supone que le arrancaban a sus hijos en beneficio de su ex pareja, extranjero y condenado en el pasado por maltratador. Después pasaron más cosas y los tonos que se nos mostraban blancos o negros en el periodo estival fueron pasando a un gris más relativo. Lo que quedó grabado sin embargo en la conciencia pública era que la justicia española había maltratado a esta mujer. Después llegó la sentencia de la «manada», el verano había pasado y todo el mundo ya metido en harina de actualidad tuvo sus minutos de gloria para valorarla desde la casi exclusiva óptica del bofetón que suponía para todas las mujeres. Ha habido más casos pero tal vez estos dos que cito sean los más significativos a la hora de establecer una relación de proporcionalidad entre la aplicación de la justicia en un país democrático con separación de poderes como es el nuestro y el oportunismo político que se pasa por el arco del triunfo esa independencia judicial a conveniencia o la demagogia populista para la que todo vale, con tal de introducir la aluminosis en las bases del sistema y usar las redes sociales para enviar a primera línea de batalla a conciencias bien intencionadas.
El resultado son los vientos que unos han sembrado sobre la acción judicial y las tempestades que ahora se recogen con la sombra de la duda sobre un cabreado colectivo de jueces. Tratemos pues de ser mínimamente coherentes. Lo ocurrido con la manada sencillamente clama por una revisión de los supuestos recogidos en el Código Penal, pero sin caer en ocurrencias extremas escuchadas en boca de algunos políticos... y políticas y huyendo de linchamientos que solo sirven para avivar la llama del oportunismo populista, por mucho que en efecto estemos hablando de un grupo de indeseables.
Lo ocurrido en el caso de Juana Rivas ha sido especialmente lamentable. Frente a la turba político-mediática hay unos jueces que sí han hecho su trabajo aplicando la Ley, lo cual no puede decirse de unas asesoras jurídicas de la interfecta que claramente no lo han hecho, tal vez creyendo que la defensa mediática general de toda mujer y madre española justificaba desobedecer al tribunal que pedía devolver a los hijos al domicilio familiar, justificaba desaparecer durante días con los pequeños o justificaba hacer oídos sordos a los peritajes judiciales sobre la situación del cónyuge extranjero. El resultado no ha podido ser otro más que el ya conocido de una sentencia condenatoria. Todo gracias al errático asesoramiento de una letrada para la que al parecer bastaba con la presión de las tertulias y gracias a políticos –ojo, de todos los colores– que no dudaron en optar por la demagogia facilona aun a costa de dejar en cueros a la justicia. ¿Y ahora qué?
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