Opinión
Cráneos
El nazi Chistorra, asno y paleto, medidor de cráneos, más feo que Picio y orgulloso de su raza –¿qué raza?–, ha elogiado los cráneos cadavéricos de Plana de no recuerdo donde, y criticado, por pobres y elementales, los cráneos de Ávila. Toma ya. De Ávila. No entro en el tamaño ni configuración de los cráneos abulenses, y menos aún, de los naturales de la Plana ésa, pero creo que este borrico se ha pasado en su último rebuzno. El burro más elegante y discreto que he tenido el honor de conocer se llamaba «Barbián», y descansa en paz. Apenas rebuznaba, y el pienso lo aceptaba siempre que llevara un buen puñado de sal. Era un pollino lustroso y aseado, de porte aristocrático, con la capa «beige». Su propietaria, una duquesa viuda que a los jabones «Lux» les decía «Lax», y cuando tenía cita con la manicura se excusaba de la merienda semanal en «Embassy» culpando de su ausencia a la «manicure», recibió con gran entereza la noticia de boca de Aurelio, uno de los guardas de su finca. -Señora duquesa, ayer falleció «Barbián»-; - qué escopetazo, Aurelio, qué escopetazo, con los «chic» que era-. En apariencia, empaque y aspecto, mucho más elegante «Barbián» que Chistorra, sin discusión posible.
Tengo que reconocer que jamás se me había ocurrido poner en valor los cráneos de los naturales de la provincia de Ávila y de los nacidos en la Plana que tanto admira Chistorra. Creo que a esos menesteres sólo se dedicaban los médicos de las SS de Himmler. Pero Chistorra se ha destapado como experto. Para mí, el cráneo es el recipiente óseo que envuelve y protege al cerebro. Ahí dentro bulle la inteligencia, la gilipollez, el gusto, el disgusto, el placer, el dolor, el archivo cultural de cada uno, el deseo, la bondad y la perversidad. Todo. Cuando un ser aparentemente racional demuestra con sus hechos y palabras que no lo es del todo, recibe el cariñoso apelativo de descerebrado.
Deduzco que Chistorra se refiere al envoltorio, no al contenido. No tengo la suerte de conocer a nadie nacido en la Plana de los Cráneos, pero así, de golpe, me vienen a la memoria algunos hijos de Ávila y provincia que merecen la pena. Tanto ellos, como los paisajes infinitos de la Alta Castilla y las murallas, conventos y palacios de la prodigiosa ciudad de Ávila, que con toda probabilidad s0erá algo más interesante de visitar que la Plana de las Chocholas u Occipucios. Y me viene de golpe Teresa de Cepeda, Santa Teresa de Jesús, Teresa de Ávila, Doctora de la Iglesia, Fundadora, mística, grandísima poeta – no me gusta lo de poetisa-, rebelde,libre, enamorada de Dios y de su camino. Y me viene de golpe el nombre de Juan de Yepes, San Juan de la Cruz, coetáneo de Teresa de Ávila, el más grande de todos los poetas que se han atrevido a elevarse con la belleza de la palabra. De su «Canto Espiritual» decía mi maestro, Santiago Amón: «Cada vez que lo vuelvan a leer, descubrirán algo nuevo». San Juan no es el mejor poeta español y castellano. Es la Poesía. Y me viene de golpe Tomás Luis de Victoria, genial compositor, creador de una música – como la poesía de Yepes-, inalcanzable. Con estos tres cráneos habitados por sus respectivos cerebros, cráneos de Ávila despreciados por el estrellado jumento, queda todo dicho y escrito. Nos mantenemos a la espera de que Chistorra nos aleccione e informe de tres cráneos semejantes en riqueza cerebral que los anteriormente recordados. Los pequeños cráneos e insignificantes cerebros abulenses.
Dicen que han surgido movimientos para conseguir que Chistorra sea declarado Persona No Grata en Ávila. Me parece una tontería. Ávila no se puede ofender por la opinión de un medidor de cráneos supremacista y paleto. En la vieja y Alta Castilla, los cráneos tienen un interés muy limitado. La Poesía, la Música, la Pintura y la Arquitectura triunfan sobre ellos.
Arre, que llegamos tarde.
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