Opinión

Los militares y la opinión pública

Dos hechos recientes –uno en España, otro en EEUU– me impulsan a reflexionar sobre cómo deberíamos actuar los militares que opinamos en público sobre una variedad de temas. Militares retirados, ya que los que están en activo o en la reserva están amordazados sobre temas políticos e incluso institucionales como quedó bastante claro –hace ya tiempo– con la destitución del Teniente General Mena por opinar sobre Cataluña. Estos dos hechos a los que me refiero son la firma de un manifiesto por más de 600 militares retirados defendiendo la figura del General Franco y una declaración del Almirante norteamericano ( r ) William McRaven sobre la decisión del Presidente Trump de anular la habilitación de seguridad a un antiguo Director de la CIA de nombre John Brennan.

El manifiesto sobre Franco intenta centrarse en su carrera militar –ciertamente brillante– tratando de soslayar el hecho de que si es objeto de ataques hoy no es debido a sus éxitos tácticos, sino más bien a como ejerció de Jefe de Estado durante más de treinta y cinco años tras la victoria de los nacionales en nuestra Guerra Civil. Lo que indudablemente ha provocado la firma de los seiscientos es la intención del Gobierno del Sr. Sánchez de trasladar la tumba del General Franco del Valle de los Caídos a algún lugar todavía no identificado provocando con ello una polémica que ayude a encubrir otros urgentes problemas nacionales a los que nos enfrentamos y lo exiguo y variopinto del poder parlamentario con que cuenta. Vamos, la típica finta de distracción cuando estás en una situación difícil.

La reacción del Almirante McRaven –con un enorme prestigio en Operaciones Especiales– a la evidente venganza política de Trump de retirar la habilitación de seguridad a su acérrimo crítico Brennan, ha sido realmente dura. Sin esta habilitación se dificulta allí trabajar de asesor, tanto para el Gobierno como para otras organizaciones; no así emitir juicios políticos con lo que previsiblemente arreciarán las críticas de Brennan a Trump. El Presidente probablemente trate con todo esto, más de intimidar a sus futuros críticos que de silenciar al exDirector de la CIA.

Nos ha tocado vivir tiempos de gran confusión. Los medios de comunicación social tienen un enorme impacto y son manipulables en alto grado como las últimas actuaciones de Rusia e Irán –y muchos otros– demuestran. Las televisiones, la radio y los periódicos compiten con estas redes sociales trasmitiendo informaciones y emitiendo juicios instantáneos sobre lo que está sucediendo. Y en estos medios, algunas personas expresamos nuestras opiniones, no para alentar a los «nuestros», sino para informar y tratar de convencer a una mayoría. El respeto que puedan merecer ciertas instituciones hace que no tengas que establecer tus credenciales partiendo de cero, con tu simple nombre. Que el identificarte como juez, catedrático, obispo, académico, diplomático..... o militar, pueda ayudar a añadir algo del prestigio de estas instituciones a tus opiniones. Pero también –inversamente– traslada a ellas alguna de las inevitables críticas que tus juicios personales susciten. Por eso creo que los militares retirados que opinamos debemos evitar entrar directamente en temas políticos aunque sea totalmente legítimo abordar la defensa institucional de aquello que en su día juramos defender incluso con nuestra vida y que en nuestro caso tiene un nombre: España y su orden constitucional. Y con ello ayudar a mantener el prestigio que lo militar pueda tener por su probada neutralidad política actual. Por eso pienso –por ejemplo– que se pueda opinar sobre lo que está pasando en Cataluña con amenazas a la unidad de la patria, o acerca del peligro que una inmigración ilegal masiva puede suponer para la estabilidad nacional y europea. Pero sobre todo creo que hay que centrarse en los aspectos internacionales de seguridad donde más valor añadido pueden tener tus opiniones militares, especialmente cuando te identifican como Almirante retirado.

No sé si la motivación final de los defensores del General Franco será preservar la Transición, proceso que permitió pasar ejemplarmente de un régimen autoritario a otro democrático y que ahora corre un cierto peligro por el rencor, la debilidad y la imprudencia de ciertos políticos. O de si solo se trata de hacer justicia histórica ante unos ataques que tercamente intentan desconocer los crispados momentos que tuvieron que vivir nuestros padres.

Tampoco sé si el Almirante McRaven y los prestigiosos apoyos que ha recibido –pese a que no todos estén de acuerdo con sus opiniones– tratan de preservar la independencia de las instituciones norteamericanas o simplemente censurar al impresentable Trump.

Lo que sí creo que hay que hacer –e intento modestamente practicar– es contribuir a preservar el prestigio de las instituciones de las que un día fuimos parte activa para que una mayoría de españoles puedan fiarse de sus militares, no solo cuando surja un conflicto, sino cuando algo vital este siendo debatido nacionalmente. Y mantener esa confianza aconseja tratar de limitar los temas sobre los que los militares emitimos juicios. Para evitar llegar a enfrentar los militares que deben callar con aquellos que ya podemos hablar.