Opinión

Los espías

Según el relato que triunfa en Catalunya, la guerra civil española que asoló España entre 1936 y 1939, no existió, se limitó a una guerra entre los fascistas españoles y unos catalanes oprimidos que luchaban por su libertad. 80 años después vuelve a librarse una disputa desigual y en las mismas circunstancias, por un lado, una Catalunya liderada por el caudillo Puigdemont, tutelada por Mas y el ungido Torra, contra una banda de fascistas comandada por el cadáver incorrupto de Franco y las huestes ultras que dirige el juez Llarena. La simplificación del pasado y la manipulación histórica sirven de pretexto para construir un relato de buenos y malos que afectan de forma evidente a la convivencia.

Parece absurdo, pero este es el relato. Mientras el banquero catalano parlante Joan March Ordinas pagaba las 1.019 libras esterlinas y cuatro chelines que costaba el alquiler del Dragon Rapide, el avión que llevó a Franco de Canarias a Marruecos en 1936; en la villa La Grande Fregate de Biarritz se fundaba el cuartel general del SIFNE, acrónimo de los «Servicios de Información del Nordeste de España». Esta organización de espías catalanes, fue fundamental para la derrota republicana, puesta al servicio de los militares sublevados en 1936 y que pagó, organizó y dirigió el financiero Francesc Cambó y lideró Josep Bertrán Musitu. Ahora en tiempos de las «fake news» es oportuno señalar el grado de implicación de la inmensa mayoría de la clase dirigente y burguesa catalana en el levantamiento militar.

El SIFNE se dedicó a espiar el tráfico de mercancías en los puertos franceses para denunciar el envío de armamento camuflado a los republicanos, a propagar el derrotismo y a sabotajes en Catalunya. Contó en su seno con catalanes muy relevantes de la burguesía y la intelectualidad como Joan Estelrich, escritor y director de la Fundación Bernat Metge; el ingeniero y escritor Octavi Saltor; los periodistas Carles y Josep M. Sentís; el ensayista, periodista, dibujante, filósofo y escritor Eugeni d’Ors «Xenius»; Josep Pla, escritor universal y de referencia obligada para entender la catalanidad; el exministro y abogado Felip Rodés; el industrial Josep Gorina Turull; el campeón de España de atletismo Lluís Sereix; el naviero Daniel Ripol; los empresarios Pere Rivière, Carles Rafael Marès, Ferran Pries, Francesc Montagut, Manuel Doncel , Manuel Vidal-Quadras; Josep Brugada Wood, espía conocido como «Peppermint» que trabajó posteriormente para el MI5; Lluís Pérez–Sala, directivo de «Hilaturas Fabra y Coats»; Manuel Arquer Cladellas, fundador del «Club Náutico de Barcelona»; el articulista Pere Salisachs; Ferran Vilà, fabricante de estampados, entre cientos de colaboradores. El SIFNE estuvo dirigido por el general José Ungría, nacido en el barrio de Sant Gervasi de Cassoles y nieto de uno de los bravos voluntarios catalanes que sirvieron en África a las órdenes del catalán Prim. Ungría se graduó en estado Mayor en 1924 en la Escuela Superior de Guerra de París, con superior nota a un compañero de pupitre llamado Charles de Gaulle. Hoy en 2018, de nuevo la burguesía catalana siente miedo al monstruo supremacista que ayudó a crear. En Catalunya surgen espías, dosieres e informaciones por todas partes.