Opinión

El momento

En la actual dinámica política la elección del momento se ha convertido en el elemento determinante. Ahí está el fracaso de la primera ministra británica cuando quiso reforzar su poder y a punto estuvo de perderlo y, más cerca, ahí está Pedro Sánchez en la Moncloa. La moción de censura llegó cuando todos los elementos de desgaste al PP de Rajoy se concertaron para adquirir ecos apocalípticos. Se trabajó la hipérbole y las conexiones forzadas para conseguir un ambiente de apariencia irrespirable. Ciudadanos, como socio necesario, atizó esta hoguera en busca de «su momento» en unos comicios con los que hacer carne la demoscopia. Pero en plena ebullición Pedro Sánchez dijo «ahora» y se lanzó a una moción con todos. No había programa de gobierno, no había unidad de acción, solo había oportunidad. Hoy Pedro Sánchez es presidente, quizá el Presidente más presidencialista de la democracia, y quiere agotar la legislatura com base de un proyecto que llegue a 2030. En los primeros 100 días de Gobierno ha presentado un programa electoral disfrazado de programa de gobierno, ha fulminado a dos ministros una de ellas estructural el otro accidental y prematuro y ha ido generando una dinámica informativa de «yenka» y marcha atrás.

Vender las bombas a Arabia Saudí para que Susana Díaz no tenga un incendio electoral es paradigmático. Hasta ahora Moncloa, como ese espacio gaseoso donde habita el líder, y el propio presidente habían quedado a salvo de esas correcciones. Hasta las dimisiones se han planteado para no hacer daño al Gobierno. Pero el caso Montón ha tocado lo emocional. La elección del momento falló. Sánchez llegó al Senado sin la dimisión y le recordarán ese apoyo cínico 3 horas antes. Como ha reconocido fue difícil y una cuestión personal pero alguien tenía los botes de crema en forma de Trabajo Fin de Máster plagiado y la decisión se hizo inevitable. Quedó tosco que la rueda de prensa se convocara a las 9 cuando España goleaba a Croacia...pan, circo y poco disimulo. Estos «errores» hacen mella por eso la cúpula que Gobierna, que no coincide con el Consejo de Ministros, necesita tomar aire, pensar en los nuevos escenarios y gestionar las nuevas corrientes de opinión. Gobernar tiene un desgaste y también una oportunidad, mermada por los 84 diputados, que exige un horizonte claro. Esa cúpula, que siempre ha de caber en un coche oficial o utilitario, tiene que tomar «la decisión», el momento de las generales. En esa fecha, que no tendrá marcha atrás, es donde está la supervivencia.